Una fábula fronteriza maravillosamente incoherente y repleta de incidentes extraordinarios, encuentros asombrosos, personajes nobles y recompensas virtuosas.
La película presenta numerosos atardeceres y amaneceres, mostrando un atractivo turístico hacia lo folclórico. Sin embargo, le falta coherencia tanto en su desarrollo dramático como en su estructura. Además, los villanos no logran transmitir una verdadera intensidad.
Las películas no se comportan como las personas; aunque sean agradables y decentes, pueden no ser estimulantes. Este tipo de películas tienden a resultar agotadoras.
La película muestra una buena dosis de inteligencia, aunque esta se utiliza para expresar un sentimentalismo que puede resultar agotador para la mente.
Parece que [Adidge & Abel] se sintieron intimidados por la grandeza de su invitado. La cámara no logra captar ningún instante genuinamente personal, y al acercarse, solo muestra la exaltación de un ideal, similar a las fotos oficiales de un Presidente o un Papa.
Al comienzo, da la impresión de ser liviana; sin embargo, se convierte en una película que presenta una sensibilidad y profundidades emocionales muy inusuales.
Bergman se presenta de manera más enigmática, fascinante y contradictoria que en cualquier otro momento, mientras su enfoque cinematográfico alcanza una claridad, precisión y equilibrio sin precedentes.
Cheech Marin y Tommy Chong parecen haber agotado su creatividad, ya que en su última película solo logran ofrecer fragmentos de los personajes y las rutinas humorísticas que les trajeron fama en el pasado.
'Cross of Iron' es la obra menos cautivadora y personal de Peckinpah en mucho tiempo, con una dirección histérica y sin actuaciones destacables a lo largo de toda la película.
Buñuel ofrece una perspectiva del mundo que combina la lógica de un teorema con el misterio de un sueño y la comedia de un gag de vodevil, todo ello con una naturalidad que ningún director contemporáneo ha conseguido alcanzar.