El trazo de cada uno de los protagonistas es tan preciso como el de la imagen misma. Los actores, bajo la clarísima línea del director, logran pintar con extraordinarios matices a cada uno de sus personajes.
El filme es sin duda un ejemplo de ese cine que necesitamos, uno que vende por su historia, su reparto, su trasfondo, pero también uno que nos invita a pensar, a abrir los ojos y agradecer que al final somos eso, parte integral de la historia del universo que habitamos.
Caro utiliza de forma efectiva el humor, inspirado en la infalible fórmula estadounidense, pero lo adapta a nuestra cultura con referencias que resultan altamente identificables. Esta mezcla logra una conexión profunda con el espectador. La fórmula resulta exitosa.
El realizador aborda el tema con destreza, la obra se adapta a nuestra sociedad, o al revés, nuestra sociedad se adapta a la obra, 'Hilda' es una de esas películas con las que experimentamos una enorme gama de emociones.
Van Dormael se permite exprimir la ficción hasta puntos de verdad frenéticos, la puesta en escena se vuelve un lugar sin límites donde la imaginación es un recurso explotado al máximo.
La sutileza de este director para captar sensaciones y emociones, tanto las que se expresan como las que se ocultan, es excepcional. Aunque no se desarrollen eventos espectaculares, la atmósfera del filme y su habilidad para sugerir son realmente envolventes.
Un viaje en donde el que busque un entendimiento lógico puede que no llegue muy lejos, pero el busque un estado de excitación emocional, quizá termine encontrando la exquisita sensación de la magia del destiempo.
La belleza visible en cada imagen de este film en blanco y negro la convierte en una obra maestra que merece todos los galardones que ha recibido en festivales.
El director ha optado por una profundidad de campo restringida, haciendo que los momentos significativos del filme transcurra justo frente a nosotros y el personaje. Esta cercanía nos permite experimentar de forma intensa la emoción, el sufrimiento, la fatiga y el asombro de cada momento.
La metáfora se asemeja a la vida, donde las normas, sean explícitas o implícitas, morales o formales, influyen en nuestras decisiones más de lo que desearíamos. Es algo que no querrás perderte.
'La vida después' es una película muy bien construida. Aprovecha cada plano y se convierte en un viaje emocional para el espectador que se sienta identificado.
La película presenta un montaje excepcional. Pese a esto, no logra aprovechar su potencial, ya que el guión no explora a fondo la narrativa, la cual, aunque rebosante de romanticismo, carece de una identidad propia.
El histrionismo de la pareja relaciona la propuesta con una de tipo comedia que termina por ignorar la sutileza convirtiéndola en una frontal historia de exabruptos narrativos.
El cine de este tipo está diseñado para satisfacer las expectativas no expresadas de festivales y públicos especializados. Así, la narrativa y otros elementos se adaptan a las estructuras y temas que se consideran necesarios en este contexto.
Es una película entretenida, que aunque carece de sorpresas, está bien realizada y actuada. Nos ofrece un rato agradable que todos necesitamos de vez en cuando.
El director utiliza el montaje de manera efectiva, manteniendo un ritmo fluido. El sonido y la música, en lugar de destacarse, complementan los silencios entre los diálogos, que en conjunto construyen la esencia de la historia.