El resultado es más ambicioso en el aspecto visual, pero decepcionante en cuanto a la esencia de la atmósfera sobrecogedora que definió la saga, donde el desconcierto solía ser su mejor aliado.
Ofrece un divertimento desparpajado, con buen vibrato en sus chistes, así como ritmo y soltura en los números musicales, mostrando que también las Bellas pueden reinventarse de vez en cuando.
Arte en su más pura concepción y definición. Sus municiones bastan y sobran para ser un referente del cine bélico, tal vez la mejor cinta contemporánea sobre el tema.
Sobria, actual y convencional, tal vez con unos 30 minutos de más, donde en ocasiones se percibe algo de relleno. Oliver Stone presenta una visión de las estrategias que emplea Estados Unidos para ejercer su dominio a nivel mundial.
La cinta se presenta de manera convencional en su narrativa y contenido. Podría haber alcanzado un público más amplio si hubiera profundizado en la representación de la iglesia y en algunos momentos que nos introducen en la religión cristiana, ya que en ocasiones resulta un tanto inductiva hacia ella.
Además de ser mordaz, funciona como un entretenimiento ágil, pero al mismo tiempo es inteligente e invita a la reflexión sobre la “aparente” estabilidad en los sistemas económicos.
Conforme corre la cinta se puede percibir una propuesta políticamente correcta, algunas tomas surrealistas, pero jamás consigue que las emociones se colisionen, no consigue hacer vibrar al espectador y no escarba, del todo, en todas las emociones que se pudieron haber explotado.
Una atmósfera inquietante y un buen uso de la música incidental permiten que la película logre algunos sobresaltos previsibles, aunque estos, al final, conducen a un filme que se siente rutinario y tibio en su resultado final.
Pese a abordar una perspectiva distinta y contar con un elenco destacado, resulta ser un ejercicio fallido debido a un desarrollo redundante, lento y esquemático.
Es capaz de dar una buena función, pero no se colocará como un referente del género, sólo es buen espectáculo para disfrutar de un momento desenfadado.
Se narra con solvencia, aunque el principio es un poco lento, el resto del filme posee un ritmo eficaz y electrizante, pero hay muchas cintas parecidas a ésta.
Al estilo de falso documental, la dirección presenta una propuesta arriesgada y valiente para el género de comedia. El filme se convierte en una celebración desenfadada que aporta un desparpajo funcional.
El cineasta destaca al hacer su lenguaje cinematográfico más accesible. Se percibe una mayor fluidez y se resalta su habilidad para dirigir actores no profesionales, logrando que todo luzca más natural.
La cinta no tiene un estilo propio. Asimismo, la aventura no fluye del todo, la misión se torna torpe, un poco cansada e incapaz de derretir el tedio del todo.