Filme excesivamente teatral y previsible en su desarrollo y desenlace. Sin embargo, destaca por el formidable duelo interpretativo entre Frances McDormand y Amy Adams.
El filme aborda temas sensibles, aunque no evita algunas trampas en el guion. Logra emocionar en ciertos momentos, entretener y hasta provocar reflexiones históricas.
Reinvención con toda clase de licencias de la historia del sello discográfico, que denuncia, con un punto de maniquea ingenuidad, el racismo, el segregacionismo y la brutalidad policial de la época.
Tras dos tercios cansinos y exageradamente teatrales, una escena y sus impactantes consecuencias futuras nos llevan a un emocionante, conmovedor y melancólico melodrama generacional.
El guión presenta serias debilidades y lo que debería haber conmocionado al espectador termina generando indiferencia, principalmente debido a la falta de consistencia en los personajes.
Explícito homenaje a Alfred Hitchcock, y más concretamente a su película 'Encadenados'. Kapakas apuesta por un tono nostálgico que se conecta directamente con el realismo mágico, aunque resulta algo ingenuo.
Lo mejor de la película es que los personajes son de carne y hueso, con múltiples aristas, y están retratados sin maniqueísmo. El multicultural reparto contribuye a darle credibilidad a estos personajes.
Dado que el único propósito del proyecto es ser una megafiesta alrededor de las canciones de Raffaella Carrà, lo logra con creces. Todo lo demás queda en un segundo plano.
Como cabría esperar de un superdotado como Von Trier, la película es visualmente irreprochable pero narrativamente tiende a la confusión. Además, su metraje resulta desmedido.
Notable biopic, en el que el retrato del contradictorio personaje principal tiene tanto protagonismo como la feroz sátira de la política. Hay un gran sentido del humor y Cruise está perfecto.
Las caracterizaciones de Gudnason y LaBeouf son perfectas, y la reconstrucción del mítico partido muestra una credibilidad excepcional. Además, se destaca una notable dirección artística y una fotografía difuminada que resulta muy evocadora.
A pesar de la dedicación de los talentosos Brühl y Watson, la película se siente vacía y distante, careciendo de la conexión emocional necesaria para involucrar al espectador.
Como crónica histórica, funciona a la perfección aunque el conjunto resulta un pelín deslavazado y es inevitable la impresión de que el director echa el resto en las partes y se olvida de que lo importante es el todo.
Una puesta en escena muy teatral que crea una atmósfera claustrofóbica e irrespirable, donde lo relevante no es tanto el qué sucederá, sino el cómo sucederá.
Se mueve en todo momento en el límite del exceso y del descontrol, porque su director, con total premeditación, prefiere el trazo grueso, pues su objetivo es provocar y remover conciencias.
La puesta en escena es de una belleza sobrecogedora, desde la excepcional fotografía hasta las milimétricas coreografías de los combates, pasando por una sugestiva e hipnótica banda sonora.
El filme comienza con gran energía, generando tensión y angustia, pero a medida que se desvelan los enigmas, poco a poco pierde fuerza, pues el director elige de manera evidente enfocarse en el morbo.