Estamos frente al Del Toro más puro: una amalgama de influencias, un nulo pudor y personajes que nos hacen sentir el terror y el peligro, siendo los mayores el paso del tiempo y el olvido.
El humor negro y la mala leche del personaje se mantienen a lo largo de la trama. Sin embargo, la experiencia resulta ser un detonador para analizar decisiones pasadas. Es una serie realmente notable.
Se trata de una pieza puramente de entretenimiento, pero que sabe mezclar inteligentemente los elementos del bucle temporal con los tics clásicos del género de terror.
Queda claro que a Unkrich no le interesa hacer folclorismo, lo suyo no sólo es el respeto y admiración a una cultura, sino una auténtica adopción de sus valores.
Todo estaría bien a no ser por la desastrosa puesta en imágenes del director Azazel Jacobs quien no tiene la menor idea del uso de los espacios, del encuadre, de la música (que es absolutamente terrible) ni de cómo dirigir a sus actores.
No es cosa menor que una película como esta resulte nominada al Oscar. Estamos frente al anti Hollywood, un cine donde no hay héroes ni villanos, donde no hay redención ni optimismo.
La película más hermosa de 2017 es una cinta independiente con mínimos recursos pero con enormes ideas. Jarmusch entiende el cine como una mezcla de poesía, imágenes y actuaciones. Adam Driver es un monstruo, el mejor actor de su generación.
El principal enemigo de esta serie es la edición: el debate se anula, las ideas se diluyen y, justo cuando parece que las cosas se intensificarán, la serie interrumpe y pasa a lo siguiente. Luna evita mostrar cualquier tipo de conflicto.