Por un momento parecía que estábamos frente a una gran película de acción, frente a una película que se sentía única y diferente dentro de este rígido universo de historias conectadas. Parecía que estaba ganando el cine.
Mezcla entre cinta de terror del tipo found footage, lo interesante es la consabida moraleja que aborda la popularidad del true crime en plataformas como Netflix, lo que genera una autorreferencia intrigante.
Estamos frente a un saqueo cuya fórmula se vuelve rápidamente monótona. La única diversión consiste en identificar el origen de los robos, como ocurre con los encuadres que en varias ocasiones rinden homenaje a Michael Bay.
La gran revelación es Halle Bailey, cuya Ariel es una que proyecta emociones no a través de su actuación sino de sus canciones. Bailey presume de una voz privilegiada, siendo ella la única razón de peso para ver esta película.
A pesar de sus virtudes, todas ellas en el terreno de la estructura y el cambio constante de tono y género, se trata de un divertimento puro aunque sin sustancia.
La serie se entrega sin pudor a sus clichés y a su estructura, a veces similar a la de un videojuego. Sin embargo, logra aprovechar las ocasiones para lanzar algunas críticas punzantes.
Al director Tom Hopper le falta recordar que está haciendo cine y no teatro. No hay un manejo adecuado de los espacios, los encuadres son poco interesantes, y en general no hay nada que justifique ver esta película en una pantalla grande.
La película brilla gracias a su excepcional elenco, compuesto por un grupo de talentosos niños actores que logran eclipsar a la estrella principal, Eugenio Derbez, quien ofrece, aunque de forma casi natural, la mejor actuación de su trayectoria.
'The Dropout' se defiende principalmente por la actuación de Amanda Seyfried. Lo que la serie presenta es una visión más personal del caso y de su infame protagonista.
¿Cuál es el aporte de esta cinta? Son dos. Primero, la soberbia, melancólica y rabiosa actuación de Julieta Egurrola. Y segundo: ese final con el que Julia termina su viaje dantesco.
Estamos frente a un fantástico ejercicio de estilo con un manejo de espacios soberbio. Un ambiente ominoso constante termina por invadir toda la cinta en una experiencia a fuego lento tan fascinante como intoxicante.
La mayor parte del tiempo la violencia es sugerida, pero la gran diferencia es que aquellos personajes que en alguna otra serie serían simples extras, ahora son protagonistas, y sus muertes nos importan.
La conclusión de esta bien armada caricatura termina de manera más trágica de lo que se anticipaba: revela la dura realidad de que la política y el espectáculo son, en esencia, lo mismo.