La película se destaca por la habilidad del director al presentarla como un thriller perturbador, cuya tensión se intensifica con el desarrollo de la historia.
López Linares logró adaptar El jardín de las delicias al cine con destreza y agudeza. Las reacciones y las interpretaciones provocadas por la pintura muestran claramente su gran capacidad de sugestión.
La película se basa en los recursos convencionales del found footage y las historias de posesiones. Se hubiera beneficiado de suprimir la abundancia de referencias y homenajes que la hacen sentir saturada.
La dinámica narrativa de esas desventuras es convincente, avanzando de manera fluida, aunque brilla más en las escenas de acción que en los momentos románticos, donde Ferry revela su lado más introspectivo.
Resulta complicado hallar en la actualidad en nuestras salas de cine producciones como 'Sangre de mi sangre'. Películas que demuestren una osadía, una libertad creativa, un carácter intenso y un enfoque juguetón.
Se trata de una película cálida, sencilla y bien provista de detalles sugerentes para quien esté bien dispuesto a los descubrimientos, como la propia protagonista.
La interacción entre los personajes principales es fundamental y se desarrolla de manera efectiva. Sin embargo, algunas elecciones de dirección no logran resaltar adecuadamente el entorno, lo que, en lugar de fortalecer la narrativa, la hace más débil.
El drama íntimo ofrecía una gran oportunidad para abordar esos problemas, sin embargo, se ve opacado por una avalancha de violencia excesiva que parece intentar ocultar la carencia de contenido.
El filme destaca gracias a la brillante actuación de Valerie Bruni-Tedeschi, presentando una narrativa que mantiene el interés del espectador mediante revelaciones progresivas. Las mentiras y frustraciones de los personajes son fundamentales para la historia.
Esta obra opta por plantear más preguntas que respuestas, presentando diversas líneas de debate sobre el difícil tema que aborda y permitiendo que cada espectador forme sus propias conclusiones.
Brizé evita los clichés y la seriedad típica de las películas de época, desarticulando la obra de Maupassant a través de una secuencia de brillantes flashbacks.
La película toma un giro hacia elementos sobrenaturales, explorando este terreno audazmente. Este cambio genera ciertas inquietudes, pero enriquece la narrativa, otorgándole una libertad y expansión que le faltaba en la primera mitad.
El resultado está lleno de altibajos. Se nota que Hernández tiene un gran dominio en la dirección. Logra brindar dos performances impactantes. Sin embargo, las complejidades del guion resultan ser poco efectivas y carecen de sustancia.
Todas las decisiones de la puesta en escena crean una tensión constante. Sin embargo, la película pierde parte de su impacto debido a ciertos esquematismos en el guión.