Se agradece que no se valga ni de golpes bajos ni de música o efectos que acentúen el drama. Los silencios y las miradas aquí sí valen más que mil palabras. Un melodrama que calará profundo en el corazón de los espectadores.
Zwick logra mostrar al espectador el tablero de ajedrez, permitiéndole experimentar la tensión y la obsesión de Maguire por lograr el movimiento perfecto. Una película que, aunque no alcanza el nivel de jaque mate, es efectiva en su narrativa.
Con menos sutilezas que la película de Paolo Genovese, pero con mucho más delirio y acidez, esta versión se presenta como un interesante avance en la filmografía del director vasco.
Funcionará mejor con los espectadores que pudieron vivir en carne propia la importancia de la primera; para ellos, esta secuela tendrá el mismo impacto emocional y removerá tantas cosas internas, (...) Políticamente incorrecta, un evento cinematográfico que es… un viaje de ida.
El italiano Paolo Sorrentino sigue rindiendo homenaje a su amado Fellini con esta exquisita comedia coral sobre la amistad, el paso del tiempo y el sentido de la vida.
Visualmente imponente, con un desarrollo lento pero firme que retrata el encuentro de dos hermanos que son "el agua y el aceite" y que desemboca en un final que es pura emoción.
Es un entretenimiento muy cuidado, bien elaborado desde la estética y los efectos, concebido para el disfrute del público ATP que augura buenas continuaciones y un bienvenido regreso de las criaturas más populares del horror gótico.
En los rubros técnicos hay que decir que se nota una excesiva influencia pictórica lo que hace que la puesta y la luz sean tan elaboradas que resulten artificiales. Es una cinta demasiado prolija para una historia que se supone transgresora y rebelde.
Burton narra esta fábula fílmica, con la pericia y buen gusto que lo caracterizan. La atmósfera gótica de los escenarios, los colores estridentes de la fotografía, la música de misterio, y los personajes tristes, bizarros pero cautivantes son el sello de autor que resulta inconfundible.
Este drama de época sutil, narrado con estilo, se sostiene sobre todo por la tremenda y conmovedora labor interpretativa de Saoirse Ronan. Una composición que se hace fuerte en las palabras pero también en las miradas.
La trama puede sonar previsible, y el nivel de tensión nunca logra explotar. Pero los diálogos están muy bien construidos, combinando fuerza dramática con algunos pasos de comedia, los justos para descomprimir.
Sebastian Borensztein presenta su obra más madura y audaz, un western tradicional en el que no existen héroes ni personajes completamente buenos, solo algunos que son menos malignos que sus adversarios. Este enfoque es lo que potencia la actuación de Ricardo Darín.
Aunque la película dura dos horas, parece que hay mucho más por contar y su desenlace se siente abrupto. 'El Potro' se aprecia mejor si se conoce la historia del personaje retratado.
Conmovedora, pero sin caer en los golpes bajos, estamos ante uno de los filmes musicales más logrados de la cinematografía vernácula. Un filme sólido, que llega al corazón.