El director Luis López Carrasco a veces divide la pantalla en dos para mostrarnos varios diálogos simultáneos y expresar la cantina donde suceden los diálogos —o monólogos— como el espacio esencial de la esfera pública.
'Capitana Marvel' no busca transmitir un mensaje profundo, sino simplemente entretenernos. Además, nos recuerda que una mujer puede ser tan fuerte como cualquier hombre y, en muchos casos, más divertida.
Más para mal que para bien, se comporta como serie de televisión. La imagen es bonita pero inexpresiva y la edición brinca de una trama a otra para construir, más que carácter o ideas complejas, anécdota. Sin embargo la película no me parece tan despreciable.
Obtuvo su nominación al Oscar con un sentimentalismo que hace que la película parezca completamente artificial. La emotiva historia de 'Mandarinas' resulta poco creíble; su estructura dramática simplista la muestra como irreal.
Con 'La masacre de Texas', Tobe Hooper estableció las bases del slasher, aunque su originalidad ha permanecido insuperable. El grotesco retrato de una comunidad tejana que presenta resulta inquietante en su falta de realismo.
Sin descarrilarse, complace, y en ello pierde la oportunidad de retar al público más de lo que lo logran la sutileza y el silencio en los grandes temas sociales. Gray no alcanza a Coppola del todo.
Es una de las grandes excursiones fílmicas de su directora y del cine contemporáneo. Denis crea un viaje al espacio emparentado con la mística travesía de Stanley Kubrick, que resulta autónoma en lo visual con su inesperado minimalismo.
'El justiciero' no ocurre en la realidad contemporánea; su falta de verosimilitud, la combinación de lo divino con lo político y sus preocupaciones anacrónicas le restan cualquier otro mérito que no sea el de ofrecer una diversión inmediata.
Uno nunca hubiera imaginado un tema así en la obra de Haynes, pero se hermana con la opresión a la diferencia, tan recurrente en su filmografía. Como siempre, entonces, 'El precio de la verdad' nos revela al propio Todd Haynes.
Sus fallas no son pocas, pero 'La mula' es significativa por ser no solo la despedida de Eastwood como actor, sino también por mostrarlo tendiendo la mano hacia lo diferente. El cine podrá prescindir de la película, pero no nuestro tiempo.
La pobreza estética de Stewart sugiere que los peores momentos del metraje son consecuencia de pasar demasiado tiempo frente al televisor. Ni esteta ni humanista, Stewart no logra impactar con [Rosewater].
Su película no se desarrolla convencionalmente, es decir, con protagonistas y acciones dramáticas, sino que crea retratos en movimiento. La memoria sensorial se convierte en una forma narrativa.
Varda construyó una retrospectiva animosa que, satisfecha, al final invita a la muerte. Como una fotografía que se lleva el mar, Varda se desvanece pero jamás se olvida.