Robert B. Weide reúne de manera algo desorganizada declaraciones de Woody Allen, registros de antiguos programas, fragmentos de sus películas y testimonios de familiares, amigos y colaboradores. La genialidad de Allen otorga un sin duda interés a este retrato que resulta, sin embargo, bastante incompleto.
Pudo haber sido un film destinado a minoritarios seguidores de un artista y su obra, pero es un film para todo el mundo, acerca de la aventura del alma humana.
Lo malamente hollywoodiano ha logrado convertirse en un estado mental, ahora asentado en una realización donde naufragan irreversiblemente varios prestigios.
Ese gastado esquema, logra brillos propios gracias a personajes convincentes en diseño e interpretación, un fluido relato, y una cámara que no se regodea en rostros y cuerpos destrozados a golpes, sino por el contrario.
El disparatado guión de James Vanderbilt, en manos de Roland Emmerich, se convierte en este “thriller” que desde el arranque crea sostenido suspenso, constantemente renovado merced a las vueltas y más vueltas.
Una aparatosa puesta en escena, con monstruos pedidos en préstamo a los grandes films del género. Culminada la proyección, surge la interrogante acerca de quien ocupa el sitial preponderante: el aburrimiento o la tontería.
La atmósfera que se crea, en ciertos momentos y teniendo en cuenta los planteamientos y la puesta en escena, evoca a 'Solaris' de Tarkovski. La escenografía, espléndidamente construida con luces, genera una profunda sensación de pertenencia al universo de '2001'.
Es cine comercial que logra ser percibido como una peripecia política de entretenimiento, aunque en algunos momentos se siente casi al estilo de Hitchcock. Sin embargo, carece de la claridad narrativa y los valores morales típicos que suelen caracterizar al cine de Hollywood.
En definitiva, otro producto de un cine norteamericano elaborado según parámetros que aseguran un consumo discreto por parte de quienes buscan intrascendencias tan olvidables como anodinas.
La aparente sencillez formal y visual es buen recurso para equilibrar, resaltando a su vez, elaboradas psicologías. Perspicaz observadora, la autora del film, alternativamente, se distancia de sus criaturas o se coloca (nos coloca) en el sitial de estas.
El chispeante inicio del asunto rápidamente se estanca, el material anecdótico se agota y el film deviene en reiteraciones que a su vez se parecen en demasía a lo visto en otros films con tema similar.
Transcurridos menos de cinco minutos iniciales, donde aparecen un par de frases y situaciones con cierto humor, esta comedia se convierte en acopio de actitudes solidarias y fácil triunfo de cuanto ser humano por aquí transita.
El film presenta aspectos interesantes. Sabe liberarse del pesimismo trascendental que a menudo afecta al cine uruguayo. La realizadora demuestra un notable conocimiento sobre la sólida base con la que desarrolla a sus personajes.