El verdadero problema de la película no radica en el mar, el tiburón o la surfista, sino que en su duración: se siente alargada. A medida que avanza, la sensación de aburrimiento se hace evidente. Quiero que la acción ocurra, pero parece que pasa una eternidad para llegar a eso.
'Sully: Hazaña en el Hudson' es una obra diferente. Esta película de un veterano director refleja su admiración por su país y su sistema, siguiendo la filosofía de Sully: en ella no hay nada extraordinario, solo un trabajo bien realizado.
La película, y esta es su mayor virtud, asume el primer mandamiento del cine clásico estadounidense: contar una historia. Y hacerlo bien y con talento narrativo, porque hay un discurso, pero no es discursiva.
Esta es la primera película de Alex Anwandter y se reconoce que sus imágenes fueron caviladas y pensadas. Es una película arriesgada, porque rompe y reemplaza el eje del relato de manera inesperada.
'Los 33' es un cine satisfecho de sí mismo que persigue el contento de los protagonistas y que viva la suma de Chile, donde todo el mundo es bueno. Es la historia oronda y oficial.
Esta no es una película de transiciones suaves, ya que avanza o retrocede de manera abrupta, sin dejar espacio para las transiciones personales, la carga de la culpa o la complejidad del perdón. El resultado es que todo se siente artificial, increíble y superficial.
Una actriz que deja huella y presencia en cada personaje y no siempre acierta un pleno, como ahora, (...) El personaje de Meryl Streep rebasa de histrionismo, canto estridente y a veces insoportable, con un vestuario y maquillaje que acentúan lo patético del caso.
No hay complicaciones ni excesos dramáticos, todo es bastante sencillo. La película representa lo máximo en términos de corrección política para esta época. Sin embargo, lo fascinante de Barnum fue su falta de corrección, algo que no se refleja en la narrativa.
La película recorre los aspectos habituales que distinguen creencias y culturas, como la religión, la ideología, la gastronomía, las costumbres y el vestuario. Su tono es generalmente amable, aunque en algunos momentos se vuelve más incisivo.
En algún punto y en torno a la hora, no logra sostenerse y la necesidad de resolver el misterio conspira contra la película. La historia se desarbola, desordena y desparrama. Esta era una película que no requería mayores explicaciones ni palabras de más ni efectos inútiles.
Esta es una película menor e inusual, porque parece filmada con los escasos elementos que registra la historia: pobreza, silencio y supersticiones. la película se escora, se hace difícil de tragar y claro que le entra agua, pero resiste y no se hunde.
Es una película de formato reducido, con una narración ágil y tensa que se mantiene enfocada y avanza sin desvíos: hacia adelante; sin flashbacks ni giros innecesarios. Parece pertenecer al cine de serie B, con un presupuesto limitado para su producción y toma de decisiones, pero ejecutada con la habilidad de un buen profesional.
No es aburrida ni sosa, y definitivamente no es un desperdicio. Se desarrolla con la inercia de la industria y el tradicional arte de contar historias de acción simples y poco exigentes. Sin embargo, es necesario tener paciencia para disfrutarla.
Jon Favreau, con estas mezclas, inspiraciones, aliños y fusiones, supo preparar una especialidad de la casa. Esta es una comedia básica, sencilla y familiar. No es un banquete, pero tampoco una colación y al menos da hambre.
Mungiu demuestra una habilidad narrativa excepcional, logrando una continuidad impecable y un ritmo que se sostiene en una velocidad constante. Aquí, todo puede suceder, pero nada verdaderamente cambia, reflejando el agobio de la rutina diaria.
La película evita caer en lo pánfilo, lo provincial y lo costumbrista, aunque no siempre lo consigue. Se presenta como un juego de recuerdos y reflejos, con una atmósfera oscura que recuerda a una historia familiar que podría ser trágica; sin embargo, seamos honestos, estamos en Chile: resulta cómica.
Ante los premios Razzie, sería injusto otorgar el título de Peor Actor a Sandler, ya que aunque es el protagonista, su papel es más el de un actor secundario. La categoría más adecuada para él sería la de Peor Actor de Reparto.
Jasmine, interpretada por Cate Blanchett, se destaca como uno de los personajes femeninos más memorables de Woody Allen. El director logra captar y comprender de manera excepcional la psicología y las emociones de las mujeres.