Esteban Roel y Juanfer Andrés ya contaban con una madurez cultural y una sólida experiencia previa, lo que les permitió crear un producto narrativo tan preciso en su ejecución, lleno de matices y, al mismo tiempo, muy entretenido como 'Musarañas'.
Un relato humanista y cinéfilo que se presenta como una carta de amor al cine. Escasean las obras que combinan un humanismo tan terrenal con un discurso genuinamente universal. El último trabajo de Lone Scherfig destaca por esta profundidad reflexiva.
Uno asiste con la mandíbula caída al abrumador derroche físico y anímico que despliega Renée Zellweger. Es una película que 'hay que ver' porque lo que realiza su protagonista, simplemente, vale la pena.
Una obra maestra. Esta película impacta por lo bien estructurada y excelentemente realizada que es. Se trata de un proyecto maravillosamente ejecutado que ofrece una experiencia de visionado altamente gratificante.
La más satisfactorio y congruente en fondo y forma de toda su filmografía de Masset-Depasse, es una película que se enorgullece de su condición como ejercicio de estilo.
Atinado ejercicio de moralismo, tanto conmovedor como divertido. Puede sonar a lo habitual, sí, pero sin caer en la 'panfilería' ni en la abyección 'inspiracional'. Es un gran mérito del director Payne.
Altísimo valor didáctico y gran solvencia fílmica, conviven en esta obra rebosante de encanto, maleabilidad tonal, poder de inspiración y ligereza en el buen sentido.
Comedia liviana. La película presenta frases ingeniosas y un aire coqueto, recordando las obras de Agnès Jaoui, aunque carece de su fortaleza y profundidad reflexiva.
No caer rendido ante una película con Olivia Colman hace que parezcas un aguafiestas, lo reconozco, pero disculpa si no logré apreciar del todo esta representación con un sermón social en el fondo.
Una obra maestra del cine, que representa un verdadero arte cinematográfico, gracias a la complejidad de su singular fórmula. Su capacidad para analizar y reflejar toda una sociedad es simplemente admirable.
Cumpliendo sobresalientemente con lo que uno esperaría de un drama judicial efectivo y bien planteado, esta obra se presenta como impecable y fiel al canon del género. Ofrece momentos de gran trascendencia que destacan su elocuencia.
Magnífica, preocupada por sopesar correctamente la trascendencia de los hechos, sin caer en la tentación del entretenimiento a toda costa ni banalizarlos.
Resulta asombroso contemplar el talento de este director. Por supuesto que hay mucho de Sidney Lumet en este flm, y algo de David Mamet, claro, pero también del Coppola más shakespeariano.
El encanto que emana de la actuación conjunta de Hugh Dancy y Rose Byrne es suficiente para que no nos fijemos demasiado en que los giros dramáticos y los chistes son bastante predecibles.
Constituye una sorpresa particularmente agradable, al conjugar lo grandioso del entretenimiento directo a multisalas con cierto afán por trascender clichés al gusto del consumidor más perezoso mentalmente.
Para apoltronados en el thriller de siempre. Lo mejor: su gran empaque audiovisual. Lo peor: su rutinario desarrollo dramático... y que no salga el cocodrilo.
Recio e impoluto largometraje, un Todd Haynes que, al aceptar diluir su estilo en una austeridad formal, potencia el impacto de una película que provoca indignación.