Un montaje histérico, no histórico como sería lógico, que intenta dinamizar una apagada lámina de vidas ejemplares: otro desencuentro entre el cine y la ciencia.
George desea crear una película trágica en el ámbito histórico, lo cual le genera una serie de problemas. Es positivo que desafíe la ley del silencio, pero se podría haber expresado de manera más elocuente.
Habría que ser el David Lean de «Dr. Zhivago» (un modelo obvio) para llevar esto a buen puerto y Kapadia desde luego juega en otra liga. La película no insufla sustancia a su trasfondo épico.
Una pasión descafeinada. Ni siquiera el gran trabajo de Alan Rickman logra salvarla; además, la pareja joven nunca parece generar química, especialmente el insípido Madden.
Empieza bien, pero la película se desmorona en su último tercio. A medida que los eventos se aceleran, se pierde la individualidad de los personajes, que se transforman en meros emblemas.
Magnífico wéstern austral. La evidente voluntad de composición monumental, el laconismo de haiku y el tempo deliberado remiten al antaño innombrable y hoy icónico post-wéstern de Sergio Leone.
No es de los peores dentro de este subgénero del «Kinder trauma». En parte porque evita escapes de la realidad y se centra de manera bastante concreta en los detalles cotidianos de una vida en el exilio.
Una narración minimalista, 'vaciada' de los rasgos externos de la ficción tradicional. Es posiblemente la mejor, o incluso la única, adaptación cinematográfica del universo de García Márquez, sin basarse en un texto suyo.
Embrujito de Shangai presenta una trama novelesca y compleja. Sin embargo, el fresco histórico resulta demasiado ambicioso para el miniaturista que es Ivory.
Los hitos históricos que pretende revivir no pasan de estampitas ilustradas. Charlize Theron interpreta con maestría el único personaje destacado de la función.
No teman, que esta película no se mete en muchos berenjenales. Su mérito reside en ilustrar un episodio de la vida del mimo Marcel Marceau que muchos desconocíamos y su defecto, darle el papel a Jesse Eisenberg.
Lo que salva a esta Marguerite es el recurso a la voz en off, que permite que la tensión entre palabra e imagen se manifieste de manera efectiva. En ese momento, la película cobra vida, dejando atrás la mera narración para convertirse en un verdadero ensayo.
Todo listo para que Tim sintonice la FM en "Fantástico Maravilloso". Sin embargo, hay algo que no termina de funcionar. No tuvimos la oportunidad de descubrirlo entre el estruendo de tantos efectos digitales.
No es solo un documental; aunque utiliza de manera excepcional material de archivo, sus reflexiones trascienden lo meramente factual, lo que convierte esta singular propuesta en una obra realmente fascinante.