Los hitos históricos que pretende revivir no pasan de estampitas ilustradas. Charlize Theron interpreta con maestría el único personaje destacado de la función.
No teman, que esta película no se mete en muchos berenjenales. Su mérito reside en ilustrar un episodio de la vida del mimo Marcel Marceau que muchos desconocíamos y su defecto, darle el papel a Jesse Eisenberg.
Lo que salva a esta Marguerite es el recurso a la voz en off, que permite que la tensión entre palabra e imagen se manifieste de manera efectiva. En ese momento, la película cobra vida, dejando atrás la mera narración para convertirse en un verdadero ensayo.
Todo listo para que Tim sintonice la FM en "Fantástico Maravilloso". Sin embargo, hay algo que no termina de funcionar. No tuvimos la oportunidad de descubrirlo entre el estruendo de tantos efectos digitales.
No es solo un documental; aunque utiliza de manera excepcional material de archivo, sus reflexiones trascienden lo meramente factual, lo que convierte esta singular propuesta en una obra realmente fascinante.
Rodada de forma impecable. Lo que le falta es la elocuencia que surge del talento de un cineasta de fuste. El paso del tiempo, el «tempo» de la epopeya, es lo que no se consigue evocar en las dos horas de metraje.
Podemos dejar apuntado lo placentero del camino hasta arribar a ese final, que se asemeja a una versión realista de clásicos del cine colonial como «Pépé le Moko».
Sobre gustos no hay colores, pero el inconveniente de esta película, que presenta un frenético montaje de testimonios e imágenes del plan B del cine, es que no queda claro lo que realmente pretende transmitir.
El problema de esta generalmente apreciable película es que opera con un fuera de campo tan amplio que el espectador difícilmente podrá comprender y. por lo tanto, traducir en algo significativo.
El director ha interiorizado las enseñanzas del maestro Hitchcock. Además, el desempeño de un par de actrices poco conocidas pero sobresalientes ayuda a mitigar una cierta lentitud general de la película.
Hay una discusión sobre los artífices del montaje y quienes brindan una lección magistral en el análisis formal. Todo esto se desarrolla sin perder un sentimiento general de asombro y maravilla ante la escena.
Quizá es demasiado respetuosa con su protagonista. Ese veredicto histórico no justifica completamente la relativa ausencia de emoción en la película. Entre sus mayores logros se destacan sus observaciones críticas.
Los Coen han creado su film más peculiar, lo cual ya es decir bastante. Es una obra que admiro desde su introducción cultural hasta su final enigmático.