Podemos dejar apuntado lo placentero del camino hasta arribar a ese final, que se asemeja a una versión realista de clásicos del cine colonial como «Pépé le Moko».
Sobre gustos no hay colores, pero el inconveniente de esta película, que presenta un frenético montaje de testimonios e imágenes del plan B del cine, es que no queda claro lo que realmente pretende transmitir.
El problema de esta generalmente apreciable película es que opera con un fuera de campo tan amplio que el espectador difícilmente podrá comprender y. por lo tanto, traducir en algo significativo.
El director ha interiorizado las enseñanzas del maestro Hitchcock. Además, el desempeño de un par de actrices poco conocidas pero sobresalientes ayuda a mitigar una cierta lentitud general de la película.
Hay una discusión sobre los artífices del montaje y quienes brindan una lección magistral en el análisis formal. Todo esto se desarrolla sin perder un sentimiento general de asombro y maravilla ante la escena.
Quizá es demasiado respetuosa con su protagonista. Ese veredicto histórico no justifica completamente la relativa ausencia de emoción en la película. Entre sus mayores logros se destacan sus observaciones críticas.
Los Coen han creado su film más peculiar, lo cual ya es decir bastante. Es una obra que admiro desde su introducción cultural hasta su final enigmático.
Jenkins vuelve a demostrar su amplio talento. La belleza de la película se sostiene en la cinematografía de James Laxton, la exquisita partitura de Nicholas Brittell y un concepto narrativo que es un logro del guión y la dirección.
En esta película, Nicolas parece perderse en su papel; el director adopta un enfoque diferente, marcando un ritmo pausado y casi silencioso. Esta decisión artística parece exagerar la tensión, estirando la narrativa hasta su límite.
Si les gustan este tipo de relatos de espías, disfrutarán con una película que sabe recuperar en su diseño de producción ese aspecto sórdido de colores terrosos que asociamos con ellos.
Viene a demostrar que el sueño americano es un columpio desbocado. La película resulta absorbente y presenta no solo un tercer acto, sino también un cuarto y hasta un quinto.
La historia resulta, posiblemente, más fiel que impresionante. La película ha obtenido todos los premios de la Academia del cine polaco, lo que sugiere que la narrativa tiene un significado que no es tan obvio para quienes la ven desde fuera.