Los fans de Bruce Lee o Jackie Chan tal vez se sientan decepcionados con la característica marca de Wong. No hay más que observar el clímax final para comprobar que toda la épica que se desarrolló anteriormente ha valido la pena.
Es un verdadero descenso a los infiernos que observamos horrorizados hasta un dilatado y excesivo final que sin embargo no consigue que nos desenganchemos, aunque nos dejemos algún jirón por el camino.
Si les disgustan los chistes malos, eviten «Aquaman», donde un atolón coralino llamado Momoa ofrece una interpretación menos expresiva que el proverbial besugo.
Documental decepcionante, sin espacios para la reflexión, nunca brinda explicaciones claras y se limita a observar, siguiendo el estilo del cine directo, la conducta de sus protagonistas.
La espía que me amuermó es una producción británica que resulta excesivamente pulcra. El elenco está encabezado por una Keira Knightley sin brillo y un Ralph Fiennes que parece estar en un estado de tensión constante.
Esto es la versión hardcore de «La jungla de cristal» que comparte el mérito de saber espectacularizar la violencia. Sin embargo, es cuestionable que un aficionado a este tipo de cine pueda disfrutarlo.
Este Leigh de época carece del tiempo y la disposición para profundizar en lo que solía destacar en su cine contemporáneo: la incisiva observación de la vida y la personalidad de sus personajes.
Las películas como esta parecen querer recrear historias que la gran Historia ha robado a las mujeres, y se centran en el mal trato, institucional o conyugal, que les impidió obtener, o retardó, el reconocimiento que merecían.
Se presenta como un atractivo folleto de viajes. Sin embargo, más allá de incluir una música new age, es cuestionable la inclusión de una fuga en la búsqueda del amor romántico al estilo de Romeo y Julieta, adornada con guirnaldas.
Un thriller de calidad superior, cuya factura eficaz y hasta un poco 'norteamericana' compensa la dificultad de seguir la pesquisa en ciertos momentos.
El aspecto visual, teñido de verde cobrizo, evoca irónicamente las muchas películas soviéticas que exaltan sus hazañas bélicas. Sin embargo, el enfoque de Wajda resulta menos épico y más elegíaco.
No es necesario consumir habitualmente música country para disfrutar de la recreación que hace de la figura de Foley. Ethan Hawke ofrece un retrato auténtico y convincente.
Escapa de las trampas del «biopic» y resulta mucho más estimulante que una biografía lineal «novelada»: los fragmentos se sostienen gracias a la constante presencia de ese rostro maravilloso de la diva.
Lynch, en su estudio, dedicándose a sus lienzos orgánicos, nos comparte una parte de su carrera en la que aún no había comenzado a dirigir películas. El retrato que se presenta es fascinante.