Escrita, dirigida y protagonizada de forma estilosa por Cherien Dabies, encaja como un guante en el molde del cine de autor europeo, aunque técnica y narrativamente pertenece al cine independiente estadounidense.
Un reparto impresionante que justifica el tiempo dedicado a la película. Sin embargo, ninguna de las historias que se entrelazan tiene un peso específico notable.
Cine que habla de 'la vida', cuyo único defecto radica en su tendencia a seguir una línea terapéutica que es característica del cine estadounidense con inclinaciones surrealistas.
Waters se había moderado en sus trabajos recientes y, tal vez por eso, su última obra es la más 'guarri' que ha realizado en mucho tiempo. El resultado es más patético que transgresor, llegando a rozar la patochada.
La cinta peca de ser excesivamente amable y las escenas carecen de expresividad dramática. Se vuelve más interesante ver cómo se prepara la comida y lo bien que resulta, en comparación con los diálogos.
Con esta película no hay forma de reírse, a menos que uno considere hilarante el humor básico de "caca pedo pis", que se anuncia, repite y agota cada gag hasta que resulta excesivo.
Cualquier actor que tuviera la mitad de su caché exigiría una orden de alejamiento respecto a proyectos como este. Para hacer cine de serie B hay que saber hacer cine primero. Es un gran guiñol pero echando de menos un enfoque más sólido.
El resultado es más bien brillante; la película puede disfrutarse incluso si no se es fanático del subgénero zombi. Sin embargo, hacia el final, la historia pierde un poco su enfoque.
Una Charlize Theron estupenda es el principal ingrediente de esta película, que se siente como una variante pospunk, o al menos indie, de Mary Poppins.
De entre las numerosas historias sobre las secuelas del Holocausto que hemos conocido, hay una variación que esta película parece tentar por primera vez. No se hace largo.
Es alarmante el poco provecho que se obtiene en pantalla del intercambio entre Chiara Mastroiani y su madre. Esto refleja el bajo nivel de la función. Deneuve deja su huella en una película que no lo justifica.
Diálogos cortantes y brillantes que modulan la cascada de shocks. Contamos, sin duda, con el permiso de Potter para reírnos en varias ocasiones de tanta desdicha. Lo más destacable son los invitados.
Carnevale propone una apuesta arriesgada con un selecto elenco de actores argentinos que aporta profundidad y autenticidad a la trama. La actuación de cada uno de los miembros destaca y enriquece la experiencia del espectador.
Agradable película francesa que resulta entretenida al no recurrir a trampas narrativas, reflejando auténticamente los altibajos de la vida y las debilidades y virtudes de las personas.