Salvo en un par de lugares, no hay hilaridad en 'The Lavender Hill Mob'. Pero su humor es tan ingenioso y persistente que es una gran carcajada de principio a fin.
Es reconfortante, por supuesto, que quede claro que nuestros vecinos planetarios son mucho más sabios y pacíficos que nosotros, pero esto constituye un tibio entretenimiento.
Otra repetición del cuento estándar del vampiro monstruoso al que le gusta hundir sus dentaduras sobredimensionadas en los cuellos de las chicas guapas. No hay nada nuevo ni imaginativo en ello.
La mayor parte de la diversión se ubica en la primera parte de la película. A medida que avanza, uno acaba deseando que aparezca la provechosa música de 'Kiss Me, Kate'.
Las escenas tomadas en la superficie, aunque espectaculares, se sienten comunes, y el guion tiende a ser trivial y predecible. Lamentablemente, la mayor parte de la película se desarrolla sobre el arrecife en vez de explorar lo que hay debajo.
Kramer ha dirigido brillantemente a un reparto potente y receptivo, encabezado por Gregory Peck como el comandante del submarino y Ava Gardner como la mujer mundana que ansía su amor.
Un variado y detallado retrato de la vida de la clase media en el Japón contemporáneo, con un buen puñado de observaciones sociales cáusticas y una capa extra de sentimiento.
Es un espectáculo, en su gran mayoría cuyo impacto depende totalmente de sus impresionantes decorados, la cualidad física de sus actuaciones y los grandes efectos que la cámara consigue.