Al apostar por concentrarse en el propósito melodramático de la obra teatral y sólo capturar el drama crepuscular de la estrella, el realizador desperdicia la oportunidad de ampliar el panorama del registro biográfico.
Un drama de ambiciones desmedidas y escrúpulos silenciados que pudiendo acceder a una noble inspiración shakesperiana ha preferido la mercadotecnia eficaz de una indignación mediática.
Es fácil imaginar la brillante madurez teatral que la película insinúa. Si se cumple la opinión de que la infancia determina el destino, pocos comienzos en una carrera artística han sido tan satisfactorios y a la vez instructivos.
Ewan McGregor, fascinado y apabullado tal vez por un material tan perturbador, lo transforma en un melodrama social ciertamente interesante, pero de intensidad muy baja y con derivaciones harto convencionales.
A manera de vasos comunicantes, la reintegración de un orden familiar roto remite, inevitablemente, al anhelo utópico o a la necesidad realista de cerrar un capítulo doloroso. Xiaoshuai acomete, con inteligencia, la faena artística de dar un mayor sentido a ese imperativo social.
No es esa visión de conjunto lo que mejor funciona en una cinta cuyas tramas secundarias la vuelven a ratos confusa y caótica. Lo que sí es un acierto irrebatible es el fascinante retrato, en clave de humor negro, que elabora el guion de su protagonista central.
Una trama más equilibrada se habría centrado completamente en el relato de horror artificial y paródico, que a la vez resulta entretenido, y que cualquier aficionado al cine de Dario Argento podría anticipar en esta nueva versión.
Yann Gonzalez expresa con entusiasmo su admiración por el cine de Jean Genet y una estética que busca romper abiertamente con el realismo que predomina en el cine francés contemporáneo.
Sin ser la mejor de sus realizaciones, su olfato y su visión para dar vida nueva a uno de los viejos escándalos que llevan lo estrictamente íntimo a la esfera del interés público, continúa siendo eficaz y, en ocasiones, fascinante.
Esa apacible llanura rural, barrida ocasionalmente por los vientos, emblema bucólico de la abundancia, es capturada por la fotografía del australiano Lachlan Milne en lo que semeja un tributo discreto al cine de Terrence Malick.
Con toda la pulcritud de su realización técnica, la película habría ganado mucho con un ritmo narrativo más ágil y una edición que eliminara las extensiones innecesarias.
Lo que mejor explora Dresen, a través del estudio de su protagonista, es el complejo tejido de complicidades entre buena parte de la sociedad y las instancias del poder político.
El Almodóvar camaleónico e imprevisible, con sus fuertes altibajos que desalientan o entusiasman a sus seguidores, consigue plasmar en 'Julieta' un resumen de sus mejores obsesiones artísticas.
Transforma, por fortuna, al rutinario drama carcelario en certero y oportuno señalamiento político de un clima de degradación social nada distante, todavía muy vivo.