Lo que distingue a la cinta de Lanthimos es su apuesta por una escenificación barroca e irreverente, con diálogos muy crudos, descripciones de una ociosa bufonería cortesana y escenas desinhibidas.
Las irreverencias del filme son simpáticas e inofensivas, aun cuando la acumulación de gags humorísticos, algunos muy certeros, resulte, en su reiteración, un tanto excesiva.
Con eficacia narrativa y una acción intensa que sólo decae o encuentra contrapuntos en sus dos últimos relatos, la cinta de episodios de Szifron incursiona en un terreno turbio.
Cronenberg se atiene aquí a refrendar sus obsesiones relacionadas con la sexualidad y la violencia, el extasis del triunfo y sus caídas espectaculares. Lo hace con la perversidad y solvencia acostumbradas, para deleite e irritación de sus seguidores y detractores más fieles.
Desafortunadamente, la manera en que el director presenta sus peninsulares relatos salvajes es a través de una larga bufonada carente de ingenio y de la mínima gracia.
Una película fina y sugerente, sin recurrir a la caricatura o al sarcasmo, logra ofrecer un retrato preciso de la honestidad mal vivida en un contexto de corrupción y cinismo predominantes.
Es una de las experiencias estéticas más gratificantes. La fotografía espléndida de Mauro Herce transmite en su registro de atmósferas una incómoda sensación de desasosiego espiritual que guarda parentesco artístico con el cine de Tarkovski.
El amor por la tragedia y el pesimismo radical de 'Sangre de mi sangre' (2011) se mantiene intacto, mostrando una vitalidad y coherencia artística admirables.
Es impactante y frustrante que '¡Madre!' renuncie a su impresionante narrativa visual a favor de un desenlace exagerado, donde se permite cualquier cosa, desde lo absurdo hasta lo innecesario, convirtiéndolo en una farsa monumental.
Cada nueva película de Michel Franco se presenta como una audaz exploración estilística, reflejando su compromiso con una narrativa sobria. Su enfoque desafía las convenciones del cine comercial mexicano, aportando una visión fresca y provocadora al panorama cinematográfico.
La pareja de creadores Rodrigo Plá y Laura Santullo demuestra en su nueva película su habilidad tanto narrativa como artística. Logran crear una atmósfera opresiva y sostener un ritmo trepidante, presentando un thriller que también plantea interrogantes sobre la sociedad.
Jia Zhang-Ke, un director conocido por su estilo minimalista y su enfoque profundo, presenta un cautivador retrato familiar con una notable simplicidad en su narrativa.
Esta obra no se adentra en una visión retorcida del amor como lo haría Chabrol, ni se plantea como un juicio severo sobre la vida en la provincia francesa. En cambio, se asemeja más a las profundas y sutiles exploraciones de Olivier Assayas.
Lo interesante de la película es que no se convierte en una historia de venganza, sino que muestra de forma gradual una personalidad seductora e independiente, en la que la sexualidad femenina se presenta como una expresión de sensualidad.