Una película tensa y áspera, que te contagia la adrenalina que emborracha a sus personajes. Bigelow no hace discursos morales y la narrativa rebosa veracidad, con un suspense de primera clase que provoca terror.
La veo con desasosiego, sensación que perdura al recordarla. El planteamiento de Oren Peli es brillante. Con sentido de la atmósfera, escasas trampas, habilidad, imaginación y posibilismo.
Revisé la mitificada 'Easy rider'. Es mediocre, y a ratos grotesca. Lo único admirable en ella es la interpretación de Jack Nicholson y la excelente banda sonora. El resto es un tripi chungo.
Un producto digno para las multisalas. Los personajes utilizan los coches para expresar lo más profundo de su personalidad, como forma de vida, como suprema afirmación.
Me provoca la certeza de estar frente a algo que fascina y repele al mismo tiempo. La atmósfera es tanto enfermiza como excitante; da miedo y asco, pero también tiene un imán que atrae. El clima es desolador, pero logra empaparte.
Como sus personajes, puedes acabar vomitando. Me repele el cine de Ferreri que hizo después de esas dos películas formidables tituladas 'El pisito' y 'El cochecito'.
Una película misteriosa y excelente. Ozon crea una apasionante tela de araña, coronada con un final en estado de gracia. Todo resulta hipnótico y perturbador.
No aporta nada nuevo, aunque se percibe el toque sardónico del director. Es probable que Jarmusch se haya divertido mucho haciendo una película de zombis, pero esa alegría no logra contagiarme.
Solté varias carcajadas interminables y mantuve la liberadora sonrisa durante la proyección de La Comunidad, dirigida por ese virtuoso de la imagen, señor dotado de humor contagiable, imaginativo, perveso y arriesgado Alex de la Iglesia.