Acaba enganchándome. Sin excesos. Me intriga progresivamente cómo va a acabar este relato (...) los diálogos poseen agudeza (...) Pero, ante todo, encuentro hipnótica y admirable la interpretación de tres actrices privilegiadas.
Tengo la sensación de que el creador es tan farsante como sus personajes. Las situaciones se alargan intolerablemente, los chistes son tan rebuscados como poco eficaces, nula mi complicidad con el sentido del humor de Ruben Ostlund.
Lanthimos y su obligación de ser el más retorcido y posmoderno convierte progresivamente la historia en una repetición de momentos sin la menor gracia, en un planificado y aburrido disparate.
La historia es magistralmente presentada por un director con una personalidad arrolladora. Los diálogos son excepcionales. A pesar de que la han etiquetado de manera condescendiente como una película pequeña, yo la considero una obra grande. Me deja profundamente impactado.
Polanski extrae con talento todo lo que pretende de sus intérpretes, aporta su malicioso sentido del humor, sale triunfador del osado experimento. No es una película deslumbrante, pero sí divertida y con un punto de inquietud.
Todo parece copiado. El cóctel preparado por el director, que mezcla sus influencias, resulta tan evidente como innecesario. Incluso para rendir homenaje es necesario contar con talento.
La película presenta una violencia tan extrema que llega a ser absurda. Se repite un menú de personajes exagerados y situaciones sin sentido, además de una sobreabundancia de disparos.
Sucesión de tópicos, personajes con vocación de realismo pero que se transforma en esperpentos, mordacidad que pretende ser incisiva aunque resulte plana. Es una película pretenciosa y leve, tan fácil de consumir como de olvidar.