Malick es fascinante pero excesivo. La película logra embrujarme durante un buen tiempo, aunque su metraje se extiende hasta las tres horas, lo que produce momentos de desfallecimiento. Un poco de aligeramiento le vendría muy bien.
No es una superproducción, sus medios son bastante limitados, pero eso no es obstáculo para lograr una crónica digna, algo de lo que no me desentiendo de principio a fin, me provoca cierto desasosiego y ternura en algún momento.
Su estilo evoca el cine clásico, pero en su versión menos efectiva. Visualmente, se siente bastante convencional. La actuación de Cotillard es lo más destacado, aunque no llega a salvar la película.
Genio, dignidad y resistencia. Bryan Cranston compone un personaje lleno de matices, creíble, extravagante, admirable. (...) un buen retrato de la barbarie que supuso el macartismo.
Tiene situaciones reiterativas y tiempos muertos a pesar de la pretendida intensidad emocional. Igualmente, momentos turbadores me parece una película digna.
Puede aburrir al espectador más comprensivo. No hay problema si te duermes un rato. Al despertar sentirás que no te has perdido nada trascendente, que todo sigue igual de monótono y plano.
Se le pueden disculpar los baches, ya que te compensa con explosiones de gran cine, con una estética notable, con la enorme capacidad de su director para hacer emocionantes y creíbles los amores más tortuosos y torturados.
No me conmovió ni me aterrorizó; no me generó esas invaluables sensaciones que ofrece el gran cine. A pesar de su impecable producción y la destacada actuación de Nicole Kidman y Fionnula Flanagan, esta película carece de vida, de un auténtico aliento lírico, de fuego, de corazón.
Nada por aquí, nada por allá. Todo me parece teórico y un experimento con grandes pretensiones. Vuelvo a sentirme somnoliento. Nada de lo que presentan me interesa lo más mínimo.
Mejor sus intenciones que su arte. El tema conmociona, pero la forma de contarlo no es brillante. Hay momentos que tienen la estructura y el aroma de un telefilme.
Mi problema es que me aburre el personaje y también me crispa. La belleza de esta señora es evidente [Ana de Armas]. Y su certidumbre de que ha encontrado el papel de su vida. Pero me cansa.
Otra obra maestra de Pawlikowski. Desde su sorprendente inicio hasta uno de los desenlaces más bellos que he presenciado en el cine, esta película es impredecible, poderosa, lírica, compleja y auténtica.
Todo aspira a poseer un halo de misterio e interpretaciones múltiples. No es contagioso en mi caso. Los sofisticados personajes y su retorcida relación me desinteresan (...) permanezco como un témpano de principio a fin.
De libros y soledades. Esta película habla de esas sensaciones. Y lo hace con un lenguaje, unos matices, un tono y una capacidad de sugerencia que me conmueven.
No me abandona en ningún momento la sensación de que todo sucede en un escenario teatral. Una película a la que asisto sin que me ocurra nada malo pero que olvido a los cinco minutos de acabarse.