No es una película mala, pero resulta complicado hallar en ella elementos que superen una cuidada puesta en escena y un emotivo retrato femenino, que por cierto, son aspectos de valor.
Un relato que navega con maestría entre la comedia romántica y el thriller, pasando por el slapstick y la comedia screwball, mostrando una energía y fluidez admirables. Necesitamos más películas de este tipo.
Una obra con una singular formalización visual y un sentido del humor difícil de captar se presenta con una personalidad única, sorprendiendo a aquellos que buscan un procedimiento convencional o un thriller local sin ambiciones adicionales.
Es un rompecabezas fragmentario y esquivo, quizás la obra menos dominada entre las últimas suyas, pero también por eso, más abierta y de mayor implicación personal. Habrá que volver a ella con mucho mayor detenimiento.
Una de las propuestas fílmicas más estimulantes y coherentes vistas en el festival San Sebastián 2018, logra representar el dolor trágico de lo inexplicable con un equilibrio admirable entre su forma y su contenido.