Sin noticias del Atom Egoyan que deslumbró. Un drama judicial convencional, ajustado a las normas típicas del género televisivo y afectado por un elenco extraño.
Se aleja de la comedia superficial y no se adhiere a las convenciones del drama sentimentaloide. La película consigue un equilibrio complicado y logra un tono notable de eco social al prescindir de una moraleja.
Va sorteando el eco de filme corporativo gracias a las imágenes de un camino lleno de sinsabores en el que las imágenes hablan más y mejor que algunos testimonios políticos algo manidos.
Tras un despegue complicado, el poder cómico de la pluma toma los mandos haciendo un equilibrio imposible entre el kitsch trasnochado y la genialidad. Cámara, Areces y Arévalo son auténticos Chicos Almodóvar, tres personajes que quedarán en la historia del cine español.
No es un homenaje formal a la cultura del tango como el que presenciamos en el clásico de Saura y Storaro. Esta película ofrece una mirada curiosa sobre los tangueros, revelando una pasmosa pasión por el tango.
Aseada, intensa y prototípica cinta bélica para talluditos amantes del género en plataformas. Homenaje bélico a la marina civil, la única resistencia noruega a los nazis.
La intriga resulta más desasosegante que verdaderamente misteriosa. Los esfuerzos del director por convertir el sótano en un espacio inquietante, mediante planos al estilo de Fincher, terminan desvaneciéndose al igual que el personaje de Cluzet.
El director imprime carácter y sencillez al conjunto, abordando la transformación de la atracción fatal hacia el empoderamiento femenino en el contexto del conflicto palestino.
Peliculón. Chiwetel Ejiofor interpreta de manera excepcional un personaje memorable. Fassbender brilla con una actuación impresionante. Malick y Paul Thomas Anderson no podrían haberla dirigido mejor.
La mula funciona como un MacGuffin berlanguiano, presentando un animal que evoca 'La vaquilla'. Mario Casas ofrece una interpretación sorprendente, mostrándonos un lado de él que no habíamos visto antes. Es su mejor trabajo, comparable al de María Valverde.
Un entramado colorido que recuerda a la saga Ocean, aunque con un toque de pudor. Sin embargo, la intención estilística termina siendo más ruidosa que sofisticada, al igual que el título de la película.
García desafía al espectador, llevándolo a atravesar una experiencia similar a la de Jesús en el desierto durante 40 días, en un estado de incertidumbre y reflexión.
Las imágenes de archivo, la realización sobria centrada en lo esencial y el talento indiscutible de una de las actrices más destacadas de España demandan a gritos una mayor duración.
Para recrear el auge y caída, el éxito y posterior olvido del ‘Marceline’, nadie mejor que Pepe Viyuela, rostro y alma de este sencillo y sentido monumento al payaso desconocido.