Existen numerosos ejemplos de buen cine que exploran la oscura realidad del boxeo, lo que hace difícil entender el propósito de esta película. Presenta la peor cara del boxeo de una manera grosera.
De la Iglesia utiliza los referentes con maestría, desde los créditos hasta los diálogos, que brillan de una manera que no recordábamos desde 'La comunidad'. Es, sin duda, la película más completa del director.
Toca tantos referentes, visita territorios tan transitados, que la aventura resultante, por imposible que parezca, logra resultar insólita. O, cuanto menos, sorprendente el resultado final, tan entretenido como agotador.
Nuevo enfoque, aparentemente más modesto en su producción que el primigenio del faraónico eje audiovisual francoalemán Berry-Langmann pero con novedades interesantes y hasta cierto punto divertidas.
Un filme sencillo pero honesto, con carencias y sal gruesa, pero con chispa, que pone su acento en lo cotidiano, en el ambiente del bar de debajo de casa.
El colmo de esta encantadora película destinada al público de preescolar es que estamos ante una aventura sin villanos, donde los protagonistas se equivocan y piden disculpas.
Es el estilo de Shyamalan en 'El incidente', pero llevado a un cine íntimo. Una desesperada visión sobre nuestros días, aquí y en Arkansas. Una explicación a tanto desconsuelo.
No es solo que camine en el borde de la verosimilitud; es que es eliminada de forma abrupta al inicio. La trama presenta más giros que el Gran Prix de Montecarlo, convirtiéndose en algo simpático al llevarnos de un lado a otro.
Un 'Fast & Furious' que no pisa a fondo. El meollo en el que se mueven los personajes no está a la altura de la estampa, lo único que imprime carácter a esta carrera que de tanto ir hacia todas partes y tocar todos los palos archisabidos acaba salvándose de la quema.
En el intenso combate que se establece entre realidad social versus efectismos culinarios, se impone la parte más emotiva de sus orígenes, que se mantiene firme ante el riesgo del sentimentalismo.