Naomi Watts siempre ofrece una interpretación impactante, sin importar lo estereotipado que pueda ser el papel. El trabajo de Glendyn Ivin es bienintencionado, pero resulta algo superficial y típicamente televisivo.
Salpicada de algún gag escatológico o políticamente incorrecto, las aguas, sin embargo, nunca llegan a desbordarse en esta entretenida e inofensiva película.
Hay un leve tono de crítica social y mucho chiste con mayor o menor gracia. Sin embargo, carece de profundidad. Por ello, el filme termina en un equilibrio que no logra destacar.
La película se aleja del formato tradicional de un biopic. Joffé presenta una historia que él mismo ha creado, logrando una ambientación efectiva y un elenco que, en general, realiza una buena interpretación, mostrando su habilidad habitual.
Defrauda. Y no por la errática interpretación de Marisa Abela, sino porque parece ser un simple compendio de lo que ya sabíamos, leíamos o vimos sobre ella. Es sorprendentemente edulcorado.
El Napoleón del deslumbrante, irregular y visualmente impactante filme presenta una mezcla de elementos que sorprenden. La pátina de autoparodia postmoderna que recubre al personaje añade una dimensión interesante, aunque en ciertos momentos puede resultar un tanto excesiva.
Wahlberg se deja, y hablamos de forma literal, el pellejo y las carnes con este papel, pero al filme, y en este caso resulta aún más imperdonable, le falta alma, emoción.
Tornatore ha logrado crear una obra poética y atemporal, ya que el filme irradia la misma elegancia y el mismo misterio obsesivo que caracteriza a Morricone.
Se atropellan escenas de películas, párrafos de libros, momentos de documentales y elementos que son pura ilusión en una cinta que resulta inclasificable, rebosante de amor.
En tanto producto cinematográfico a secas pincha seriamente. Condon opta por imprimirle a la obra un tono muy frío, ambiguo y desapegado, como si el director no supiera o dudara a quién creer.
Una película rigurosa que muestra pronto sus mejores armas, una dirección clásica, casi impecable, aunque técnica y narrativamente pocas sorpresas (...) extraordinarias interpretaciones.
Visualmente impactante, pero no logra despegar del todo, ya que, a pesar de la admiración que la autora siente por el biografiado, apenas logramos vislumbrar los verdaderos sentimientos y la personalidad de Confucio.
Una pieza extraña. Lástima que [Saura] no dote de la suficiente carnadura a estos personajes, que pasean por el filme abducidos, con la misma cara de asombro y extrañeza, al cabo, que el espectador.