El mayor problema de la película es que intenta hacer comedia con un protagonista masculino que resulta un maltratador en ciernes. El filme languidece en el camino.
Una divertida y costumbrista comedia con buenas interpretaciones que incluye una importante reflexión: incluso la bondad debe practicarse en su justa medida.
Un filme que por momentos parece un intenso thriller político y psicológico, y otras, ese drama inteligente y agudo que el personaje principal sabe que nunca ha protagonizado ni realizará jamás.
Todo aderezado con bastante humor recuerda a una de esas películas adscritas al vetusto Dogma, aunque se encuentra saturada de dulzura, gags, tacos y situaciones inusuales.
El ritmo de la película es muy deficiente y le resulta difícil mantener la atención del público a lo largo de todo su metraje. El espectador, por lo tanto, se encuentra asistiendo pasivamente a este peculiar viacrucis, sin poder experimentar lástima, complicidad ni empatía alguna por los personajes.
Una película excesiva, oscura y con un lenguaje provocador, que a veces roza la violencia. Sin embargo, también ofrece momentos cómicos y se toma a sí misma con humor. Es una propuesta española atrevida que se mueve sin seguir las convenciones establecidas.
Una comedia romántica más en el haber de la industria del país vecino: elegante, algo predecible y con un toque justo de originalidad. Sin embargo, sin lugar a dudas, cuenta con actores que comprenden a la perfección el género.
Una película que mezcla un humor oscuro y salvaje, logrando que el público se ría a carcajadas. Creo que Azcona habría apreciado el talento de este director novel.
Lastrada por un exceso de clichés feministas, la película nunca logra profundizar en la verdadera tragedia que explora. Este tema es tan vasto que podría ser abordado en cientos o incluso miles de películas.
Schöller se esfuerza por insuflar a este filme austero que roza en ocasiones abiertamente el tono melodramático de las suficientes dosis de verdad y calor humano.
Espléndidamente fotografiada y poseedora de una extraña poesía a pesar de que el pesimismo y el abandono respiren en casi todas sus escenas, la propuesta de Jimenéz no ha sido planeada desde luego para eso que llaman gran público.