Convincente thriller dramático con aires hitchcokianos. Jaerdki logra mantener un ritmo deliberadamente lento, aunque a veces le cuesta liberarse de un cierto encorsetamiento emocional.
Stone, tras estrenar a finales de los 80 una película que criticaba duramente a los tiburones de las finanzas y al capitalismo desenfrenado, en su segunda producción se limita a expresar un débil y confuso mea culpa.
El cineasta sabe medir las distancias como un buen boxeador, sabe cuándo amagar el golpe y cuándo lanzar su mejor puñetazo. Zannou recurre a ciertos tópicos y parece no profundizar en las razones, pero la película logra evocar esa sensación de sudor y rabia.
Cuando empieza parece una de Tarantino. Sin embargo, las similitudes se van diluyendo con el tiempo. Es una película divertida, con buen ritmo, y la pareja protagonista funciona de manera bien engrasada.
Todos vuelven a la pantalla en una divertida historia cargada de humor, inocencia y acción. Una película apta para los menores que no conocieron aquel espacio televisivo legendario y para padres nostálgicos.
Entre ambos protagonistas, la química se siente intensa a lo largo de toda la película. Este filme romántico, lejos de ser cursi o empalagoso, logra mantener un tono estimulante característico del cine «indie» estadounidense.
Atípico drama psicológico con elementos fantásticos que atrae la atención, aunque presenta algunos problemas en su edición y presupuesto. Sin embargo, vale la pena verlo.
La cámara de Calparsoro se desplaza con elegancia entre los autos de alta gama, mientras el guión presenta giros intrigantes en un thriller con una sólida calidad técnica.
Elegante, hermosa y sincera historia de pasiones cruzadas bajo la premisa del arte, la moda y la gastronomía, cuyo aroma recuerda a grandes títulos del género.