Probablemente, quienes sufren de claustrofobia sientan un cosquilleo de terror que otros no experimentarán en esta película, que en general no logra dar miedo.
A falta de chistes reales, los actores parecen haber sido instruidos para gritarse las frases unos a otros, como si eso fuera a ser gracioso. Toma paracetamol, no palomitas.
Mi único problema con el filme es que nunca llega a estar a la altura de la extravagante pareja de artistas formada por Sheldrake y Björk. Dicho esto, el guion está repleto de datos interesantes que te harán pensar.
No es solo un documental de aventuras en primera persona, sino también una reflexión sobre las frustraciones que conlleva vivir con una discapacidad y la lucha constante contra los estereotipos y suposiciones ajenas.
Una película de escaso nivel intelectual, presenta violencia excesiva, resulta aburrida y carece de profundidad. Se siente repetitiva y monótona, especialmente después del minuto 45.
Robyn Lively sobresale en su interpretación de Charlie, un personaje fuerte, pero con una vulnerabilidad que la hace relatable. Sin embargo, la trama no logra cumplir con las expectativas y se siente un tanto insatisfactoria.