Es una oportunidad para celebrar el espíritu de descubrimiento. Sin embargo, la historia resulta algo indiferente, especialmente en lo que respecta al reparto secundario.
Es un completo sinsentido, pero resulta bastante entretenido. Muestra que quienes están a cargo de la franquicia han perdido el interés y solo buscan proporcionar placeres efímeros.
Con belleza, humor y honestidad, Pixar ofrece su mejor versión. Los niños se reirán y aplaudirán; los adultos llorarán hasta que les duelan los músculos.
Casi logra igualar los encantos de su predecesora, pero esto solo ocurre al final, justo cuando los créditos comienzan a asomarse. En ese momento, ya es demasiado tarde para enmendar la experiencia general.
No hay un solo plano, movimiento, broma o línea de diálogo que se sienta desperdiciado. Cada instante está cuidadosamente diseñado, sin momentos superfluos.
Es a la vez demasiado estúpida y no lo suficiente. Es demasiado cruda y realista para justificar todas las incredulidades con las que quiere escaparse.