Angelina Jolie brinda una actuación que deja huella. Larraín logra que lo que podría parecer irracional en la escritura se vuelva profundamente conmovedor en la proyección.
En esta tercera historia del querido oso amante de la mermelada, la narrativa resulta predecible y las típicas travesuras de Paddington no alcanzan su máximo potencial.