Friedkin no logra tener el control necesario del material para transformarlo en una obra de arte, aunque es una de sus contadas películas que cuenta con un verdadero trasfondo emocional.
El estilo de la cámara tiene influencias de Murnau, mientras que el manejo del espacio, con esos vastos entornos que afectan a los protagonistas, es completamente obra de Vidor.
La hermosa comedia de 1928 de Buster Keaton equipara el rechazo paterno con las fuerzas más violentamente destructivas de la naturaleza; detrás de la elegante comedia hay una elocuente fábula de supervivencia.
Flaherty no era un gran etnólogo; escenificaba escenas de manera rutinaria para su cámara e insistía en que sus súbditos regresaran a tradiciones que habían abandonado generaciones atrás. Sin embargo, era un auténtico maestro del drama.
Posiblemente sea la película más divertida de Woody Allen. Es una auténtica lección sobre cómo el diálogo puede transformar el significado de lo que vemos en pantalla, y Allen hace maravillas con él.