Aunque el film al final no es tan satisfactorio como prometía ser durante la mayor parte de su metraje, sigue teniendo una fuerza espeluznante y descentrada. El trabajo de los actores es sólido.
El proyecto se ideó inicialmente como un corto de 12 minutos, pero se alargó durante la producción. Este cambio resultó ser un error, ya que su humor negro habría sido más eficaz en un formato más breve.
Ni la química cinematográfica ni las risas pueden ser manufacturadas, especialmente con la clase de guion vulgar de 'Anyone But You', que no hace nada por reanimar el moribundo género de la comedia romántica de estudio.
Anya Taylor-Joy es una presencia feroz en el papel protagonista, y Chris Hemsworth se divierte claramente como el señor de la guerra gonzo de Wasteland, pero la creación de mitos carece de músculo, al igual que la acción carece en su mayor parte de la poesía visual de su predecesora.
Tarda un poco en encenderse pero acaba soltando llamaradas poderosas. Hay una distancia casi etnográfica en la mirada de Laxe, pero también una sensibilidad profunda.
La ambientación por sí sola hace de la tensa y constantemente terrorífica 'Day One' una experiencia intensa que prolonga hábilmente la franquicia. Esta tercera película demuestra que esta inteligente y aterradora saga no está agotada en absoluto.
Explora en detalle una oscura nota a pie de página de la historia europea de principios de la Edad Moderna. Un drama sombrío pero fascinante sobre una parte poco conocida de la historia.
Gyllenhaal y Salim se complementan a la perfección en lo que en el fondo es un show de dos, y da como resultado un thriller bélico sólido y satisfactorio que aborda por igual el combate y la humanidad.
Tarda en conectar su triángulo central, pero lo hace con una flexibilidad y una contención que amplifican las recompensas emocionales de su hermosa conclusión abierta.
Describe la brutal lucha de la protagonista con suficientes elementos distintivos como para convertirla en algo más que otra desgastante historia de adicciones.
Este capítulo final de la trilogía ofrece una intensa catarsis emocional que complacerá a los seguidores de las entregas anteriores. Además, incluye un toque de humor entrañable que ayuda a equilibrar la sensación de melancolía.
Una continuación digna. Wright y Bassett brillan en esta secuela, mostrando personajes que se niegan a permitir que su dolor afecte su dignidad, mientras llevan con orgullo el legado de T'Challa.
Es una pena que se tome a sí misma tan en serio como para divertirse con el caos. Se distingue muy poco de la segunda saga de Marvel, y acaba siendo más de lo mismo.
Su aspecto es sublime, con sus brillantes nubes de eléctricos colores, pero el intento de encorsetarlos en una narrativa típica de William James relacionada con los sueños y la memoria no tanto.
Ozon juega con las expectativas del público de manera magistral, construyendo un intrincado paisaje psicológico que se sostiene en una trama esencialmente simple y enfocada en dos protagonistas.