Este tema potencialmente pesimista es tratado con vigor y con un toque firme, y recibe una gran ayuda de Matthew McConaughey, que realiza una interpretación de un enorme gusto.
Básicamente es un 'Mamma Mia!' con glam ochentero en lugar de ABBA. El director no ha logrado trasladar el humor afectado e irónico del musical a la película.
Daldry acierta en su notable debut, logrando un delicado equilibrio entre la comedia y la emotividad. El tramo final presenta un tono optimista que resulta conmovedor.
Una conmovedora ópera prima. Un retrato tierno, aunque a menudo doloroso, del frágil vínculo entre una madre y su hijo, ambos expulsados del sistema de acogida.
El trabajo fino y detallado de Stewart con el acento y los modismos es impecable. La cámara la adora, cuenta una historia triste que todos conocemos de una manera nueva y genuinamente perturbadora.
Hancock no iguala la eficacia quirúrgica de los mejores guiones noir, pero maneja bien los diálogos y los personajes. Es apasionante por su exploración detallada de los personajes principales.
Una película grande, espléndidamente rodada, con un potente reparto y un impresionante trabajo de localización. Pero también es un lío enredado de interminables idas y venidas entre demasiados personajes, situaciones y lugares.
Se agradece que no quiera ser llamativa ni artificialmente intensa. Este thriller apasionante y bien construido (...) cuenta con una actuación controlada de Kurt Russell.
Hay ventajas y desventajas con el cambio a un lienzo más ambicioso y más épico, pero la secuela de Gareth Evans acaba resultando mayormente un impacto de alto voltaje del género de acción aún más magistral.
Este ejercicio desafiante de crimen y castigo está meticulosamente elaborado, con una narración vibrante que despliega una visión coherente y trabajada. Todo esto hace que sea un entretenimiento sólido.
Aunque la interpretación de Kirby es su hipnótico centro, Wood le iguala en términos de intensidad. Una escalofriante indagación psicológica que mantiene tu atención.
Esta última entrega se asemeja a una máscara de látex fantasmal, estirada y amorfa, que ha perdido su forma original. Green intensifica el gore y la violencia, dejando de lado los sustos genuinos y el suspense minimalista.
Aunque las habilidades cinematográficas son menos refinadas, lo rudimentario se alinea con el material. Sin embargo, cuando el psicodrama de una mujer solitaria con cuentas pendientes se vuelve serio, la película comienza a perderse.