Un relato concebido con las herramientas más nobles de la ficción para reconstruir una de las páginas más dolorosas de la historia de los Estados Unidos.
No es precisamente una película revolucionaria, pero funciona dentro de su clasicismo y, para aquellos que amamos desde siempre a Kitano, resulta una excelente oportunidad para conocer de primera mano su (pre)historia.
Es un relato potente y entretenido a la vez con un ojo en el pasado y otro en el presente de una sociedad como la estadounidense que -otra vez- atraviesa una extrema situación de división política.
Es tal la fuerza cinéfila y moral que el director de 'Haz lo correcto' le imprime a cada uno de sus planos que estamos ante una de esaspelículas destinadas a impactar y, sobre todo, a perdurar.
Una película bulímica, desbordante en su acumulación de caprichos hermosos, un film celebratorio, lúdico, nostálgico y divertido. Una carta de amor de Tarantino a la historia del séptimo arte (...). Puro placer cinéfilo.
Zellweger es el centro, el corazón y lo mejor de una biopic tan cuidada y eficaz como convencional y superficial. Un cuentito bien contado, pero lejos de ubicarse entre los mejores exponentes de este subgénero.
El film exige un compromiso emocional y físico que no todos los espectadores están dispuestos a dar hoy en día. Sin embargo, así es el cine de Bigelow: audaz, intenso y radical.
El resultado es un tanto desconcertante; la distancia, frialdad y algunos excesos voyeurísticos entorpecen la conexión emocional con el vía crucis personal de la protagonista. Sin embargo, 'Jackie' presenta varias secuencias fascinantes.
Más allá de esos lugares comunes del tramo final, se trata no sólo de una mejora sustancial respecto del desteñido film original, sino también de otro aporte valioso en un año excepcional para el género.
Un film bastante logrado y entretenido, pero que su director Guy Ritchie no alcanza a convertir en un referente del género y -por qué no- en el inicio de una lucrativa saga.
El resultado es una pequeña, agridulce y tragicómica fábula sobre un típico perdedor, un cantautor sin suerte (el enorme Oscar Isaac), que acumula desventuras económicas, artísticas y afectivas.
Estamos ante una película que, sin grandes ambiciones pero con varios logros, permite salir de la sala con una sonrisa y un poco más reconciliado con la vida.
El resultado, a pesar de la abundante creatividad que ofrecen los Coen, resulta excesivamente caricaturesco y artificial en su análisis de la culpa, el destino trágico y las contradicciones de la identidad judía.
Lo más atractivo de Le procès Goldman, además de la impecable reconstrucción de las diversas facetas del proceso, es cómo se presenta la dimensión ética y moral del protagonista.