¿Perfecta? Para nada. Pero incluso en su desmesura y en sus inevitables desniveles 'El lobo de Wall Street' regala un viaje furioso, un trip físico y mental hacia el corazón de la ambición; es decir, el núcleo básico del sueño americano.
Elude el miserabilismo, la compasión culpógena y los lugares comunes de la corrección política, alcanza su pico máximo en la extraordinaria interpretación de Matthew McConaughey.
Un irregular pero por momentos interesante retrato sobre el fanatismo religioso y la manipulación social a partir de la reconstrucción de un caso real ocurrido en el Chile de 1983.
Los tres actores logran salir bien parados en un reto formidable. Esto es un mérito adicional, ya que la película no alcanza el nivel de sus predecesoras, ni de sus valores ni de su potencial.
Russell filma las escenas de boxeo con una estética similar a la utilizada por las cadenas en sus transmisiones. El aporte físico de Wahlberg se destaca, ofreciendo una representación auténtica del deporte.
Si bien la historia es convencional en su núcleo, Matt Johnson logra transformarla en un relato apasionante en momentos, utilizando un humor absurdo al estilo de Adam McKay, que revela un trasfondo de tristeza y derrota.
El hecho de que no se limite a explorar los aspectos más morbosos y sensacionalistas de los crímenes la convierte en una serie mucho más interesante de lo que inicialmente parecía.
Aunque un poco excesivo en su extensión, nunca deja de interesar e incluso, en muchas de sus escenas, de fascinar. Otro muy buen exponente del policial negro.
El resultado es, entonces, un correcto producto sobre un negocio y un fenómeno de consumo masivo que hizo historia en poco tiempo y luego cayó en el más absoluto de los olvidos.
La acción es predecible, básica y carece de originalidad. Lo más destacado de 'El despertar de las bestias' no son sus imágenes, sino su banda sonora que presenta verdaderas obras maestras del hip hop.
Las buenas actuaciones, la belleza del entorno y la lograda reconstrucción de época permiten que el film se sobreponga a sus lugares comunes y momentos de culebrón televisivo.
Estamos frente a una serie ampulosa y exagerada, orgullosa de su despliegue de un sexo muy explícito incluso para los actuales estándares del streaming, de todo tipo de excesos, de glamour y de populares temas musicales.
Hay una bienvenida pátina de humor negro que sobrevuela todo el relato y un protagonista que de tan cínico y despreciable termina siendo a su manera encantador.
Las actuaciones son en su mayoría notables y en varios pasajes están muy cerca de los desbordes característicos del culebrón televisivo de antaño. Sin embargo, nunca pierde su interés, tensión y la intensidad emocional.
Resulta un melodrama que pide premios a gritos, pero no los justifica ni mucho menos los merece. Es un film solemne, superficial, que no quiere ni entiende a sus personajes, sino que los exhibe. Un cine demasiado calculado.