Es un profundo y fascinante estudio psicológico sobre los secretos y mentiras en parejas y familias. Un genuino ejercicio de género con una narración que escapa de la tentación del sensacionalismo, el amarillismo y el morbo.
Goggi logra una narración con la suficiente tensión e intensidad para mantener la atención del espectador, aunque también recurre a elementos que provocan reacciones emocionales artificiales.
La película es sencilla y clara, aunque en ocasiones se siente un poco predecible y torpe. La música de comedia romántica que acompaña la trama resulta bastante decepcionante; sin embargo, la película mantiene un espíritu juguetón y una ausencia de cinismo que son bienvenidos.
Si bien es, a su manera, una película política, nunca se convierte en un manifiesto ni impone una línea de pensamiento. El resultado final es tan perturbador como conmovedor.
Tenía todo para trastabillar o incluso hundirse porque está siempre al borde de caer en el patetismo y el ridículo. Sin embargo, los guionistas Ed Sinclair y Will Sharpe logran darle al relato buenas dosis de humor negro y hasta de ternura.
A pesar de que la película aborda ciertos temas de manera superficial y presenta algunas resoluciones algo bruscas y torpes, 'Arthur Rambo' cuenta con una relevancia indiscutible en la actualidad, especialmente en un contexto marcado por el auge del discurso del odio.
La película presenta una notable solvencia narrativa, combinada con un despliegue visual y musical que refuerza su impacto. Este golpe impactante, que ha sido unanimemente señalado en las críticas como un momento donde 'la realidad supera a la ficción', logra establecer un realismo convincente, incluso dentro del ámbito ficticio.
No hay banalización ni superficialidad a la hora de abordar el tema. Aunque por momentos apela a una moraleja aleccionadora un tanto evidente, la película se sostiene siempre en la sensibilidad y la convicción con que ha sido concebida.
Se trata de una película con indudables atractivos en cuanto a puesta en escena, actuaciones y algunas secuencias inspiradas, pero que para mi gusto ha sido un poco sobrevalorada.
Narrada con suma tensión e intensidad, la película maneja con ductilidad, inteligencia y rigor la doble faceta de la propuesta: por un lado, la más íntima, relacionada con las vivencias de los personajes, y por otro, una dimensión social que aborda el fanatismo, el racismo y la violencia.
Esta película muestra al director de 'Velvet Goldmine' alejado de sus búsquedas autorales, pero como un eficaz y contundente narrador dentro de este género.
Un film que elude los lugares comunes del género bélico y que cree en el poder subyugante de las imágenes por sobre el diálogo aleccionador y la exaltación patriotera.
Cine que se adhiere a una fórmula preestablecida, enfocado en el concepto y el marketing, pero carente de ingenio y sin la capacidad de sorprender al espectador.
Lo que podía haber sido un telefilm aleccionador y a puro golpe bajo se convierte en una más que digna y perturbadora película sobre conspiraciones y pactos de silencio.
Iñárritu va más allá de cualquier cuestionamiento con un esplendor visual y un notable dominio del lenguaje cinematográfico, evidenciado en sus virtuosos planos secuencia. Su categoría artística es algo que hoy en día pocos colegas pueden igualar.