Es un cúmulo de clichés y lugares comunes, pero al mismo tiempo tiene sus argumentos como para convencer al público amante de la velocidad y el vértigo.
Esta historia mínima, aparentemente simple, va descubriendo secretos y mentiras, múltiples pliegues, sin apelar jamás al sensacionalismo ni al golpe de efecto, la convierten en un film fascinante, atrapante y revelador.
Es un profundo y fascinante estudio psicológico sobre los secretos y mentiras en parejas y familias. Un genuino ejercicio de género con una narración que escapa de la tentación del sensacionalismo, el amarillismo y el morbo.
La película es sencilla y clara, aunque en ocasiones se siente un poco predecible y torpe. La música de comedia romántica que acompaña la trama resulta bastante decepcionante; sin embargo, la película mantiene un espíritu juguetón y una ausencia de cinismo que son bienvenidos.
Tenía todo para trastabillar o incluso hundirse porque está siempre al borde de caer en el patetismo y el ridículo. Sin embargo, los guionistas Ed Sinclair y Will Sharpe logran darle al relato buenas dosis de humor negro y hasta de ternura.
A pesar de que la película aborda ciertos temas de manera superficial y presenta algunas resoluciones algo bruscas y torpes, 'Arthur Rambo' cuenta con una relevancia indiscutible en la actualidad, especialmente en un contexto marcado por el auge del discurso del odio.
Es un drama que plantea un dilema ético y moral más que una típica película de ciencia ficción. Podría considerarse un film recatado y realista, capaz de desarrollarse en el contexto de, por ejemplo, una obra de teatro.
A la película le cuesta bastante arrancar, pero cuando lo hace ya no para hasta el final. El resultado final, sin ser notable, alcanza para sostener los pergaminos de una saga inoxidable.
Quizás le falte por momentos un poco más de vuelo, algo más de humor negro (el poco que tiene es muy bueno) y de delirio absurdo para ser una auténtica heredera del subgénero clase B, pero 'Miedo profundo' asusta y entretiene.
Me pareció menos brillante que sus trabajos anteriores, especialmente en el caso de su última película, El encantado, que se extiende demasiado en la historia de unos criadores de pájaros.
Almodóvar logra, con destellos de su creatividad y unas cuantas escenas musicales acompañadas de situaciones surrealistas, hacer de esta película una obra bastante disfrutable.
Uno de los mejores documentales deportivos de la historia. El director Jason Hehir logró crear una auténtica obra maestra, un relato que resulta hilarante en ocasiones, conmovedor en otras y siempre fascinante.
Banks emprende la lucha correcta, aunque utiliza las herramientas equivocadas. Cada mención al discurso aspiracional de las protagonistas se siente demasiado evidente, enfatizada y, en última instancia, poco cautivadora.