El problema principal de esta Mulán modelo 2020 no es tanto su solemnidad sino la falta de gracia, la superficialidad con que está trabajada la psicología de los distintos personajes y la tendencia al subrayado.
El director de origen portorriqueño Miguel Arteta narra con buen pulso (y con el "manual Disney" en la mano), pero al mismo tiempo sin ningún destello autoral.
Estamos ante una película que regala una nueva idea cada 30 segundos, algunas son buenas y otras geniales. Es un derroche de ingenio y presenta una capacidad de sorpresa que Hollywood no ofrecía desde hace tiempo.
Bello y doloroso primer largometraje. Mathias es una cineasta con un estilo propio, capaz de construir un universo autosuficiente, con reglas que operan en función de la narrativa del film. Un verdadero descubrimiento.
Incómoda, desafiante e incluso sórdida por momentos, 'The Killing of Two Lovers' tiene una profundidad y una concentración dramática poco frecuentes en el cine contemporáneo.
Una película audaz y valiente sobre una problemática más frecuente de lo que uno cree, pero que el cine no ha profundizado demasiado. Bienvenido sea, entonces, este film esclarecedor.
El mayor hallazgo radica en cómo mezcla las imágenes, haciendo que barcos y trenes, agua y edificios, carteles de neón y ascensores coexistan con total naturalidad. El resultado es verdaderamente fascinante e hipnótico.
Los diálogos en muchas ocasiones son bastante superficiales, sin embargo, Sokurov logra compensar esta debilidad con un impresionante despliegue visual.
El film presenta una dimensión surrealista y alucinante, realzada por la fotografía de Jenny Lou Ziegel y el diseño sonoro de Jakov Munižaba, además de una notable profundidad poética e intelectual.
Un trabajo inevitablemente irregular, pero fascinante en su exposición de las miserias, angustias, contradicciones y búsquedas de la sociedad china, así como por la diversidad de reacciones que genera.
Los personajes se mantienen en el tono adecuado, evocando el mundo de Charles Dickens, a la vez que son fieles a la esencia que Roald Dahl creó en su literatura. Se logra así una representación satisfactoria.
Confusa, caótica y vertiginosa, pero a la vez cautivadora gracias a su banda sonora, esta segunda entrega de la saga de DreamWorks nos invita a bailar y cantar, permitiéndonos desconectar de todo.