El guion del propio Hosoda mantiene el interés durante toda la proyección, evitando caer en la sensiblería y convirtiendo la simple aventura de crecer en un fuerte relato sobre lo que significa ser un niño.
La nueva 'Jumanji' avanza de manera lineal por los espacios del tablero, combinando momentos bien logrados con otros que parecen estar anclados a diversas fórmulas preestablecidas.
El de Taormina es un ejercicio de estilo hipnótico, ideal para ser apreciado en pantalla grande, recordatorio de esos aislamientos cercanos en el tiempo que no necesitan ser señalados directamente para generar recuerdos angustiantes.
Una película desalmada. Tal vez ésa haya sido la intención de la realizadora Sophie Barthes, quien en su ópera prima tira sobre la mesa inquietudes filosóficas, metafísicas incluso, en el marco de un relato que alterna el humor psicológico con la angustia existencial.
Gance ha utilizado el medio cinematográfico de una forma sin precedentes, superando a cualquier otro director, tanto en su época como en la actualidad. Abel Gance es uno de los grandes maestros del cine, y su obra 'La rueda' continúa estando un paso adelante en la historia del séptimo arte.
Este musical vertiginoso, a pesar de contar con algunas palabras olvidables, ofrece una sorprendente cantidad de canciones memorables. La película combina acción, risas y un atractivo encanto gestual, logrando mantener la adrenalina en su punto máximo desde el inicio hasta el final.
Un interesante ejemplo de película que parece ir por carriles fácilmente reconocibles hasta que se abre a vías paralelas, como si un operario ferroviario hubiera activado la palanca de cambio de agujas para desviar el trayecto de la historia.
Gracias a una estructura narrativa relativamente tradicional, la directora de 'Shara' consigue su film más accesible para el gran público, a lo cual debe sumarse ese gran artilugio del cine-arte mainstream de probada eficacia: la comida como alegoría de la vida.
A pesar de que Bollywood produce una cantidad ingente de películas, puede considerarse este estreno local como una auténtica rareza. Y aunque no pretende descubrir la pólvora, el director y guionista encuentra el tono justo para su historia de almas solitarias.
El guion de Lerman, María Meira y Luciana de Mello tiende a deslizarse ocasionalmente hacia el voluntarismo, pero es lo suficientemente astuto como para evitar caer en esa trampa.
El realizador nunca opta por el fácil recurso del sermón: no encontramos aquí una crítica despiadada hacia las miserias de la clase media. Sin embargo, se presenta una descripción precisa de ciertos miedos y errores de este grupo. Con poca piedad, pero sin renunciar del todo a la posibilidad de la empatía.
La dupla construye un relato de encierro y pavor creciente, un relato juguetón que cruza el slasher con el cine de vampiros, aderezado con una buena dosis de sangre derramada y consumida.
A lo largo de 106 minutos que se sienten un poco excesivos, la película avanza a trompicones, con actuaciones intencionadamente deficientes y un ambiente de estilo trash que no logra crear un tono paródico efectivo.