Funciona, también, por el apego del guión a una estructura genérica pura y dura que, si bien podría ser un poco más compleja en lo que respecta a lo específico de la trama, no permite confusión alguna.
Todo apunta a que Erlingsson estuvo estudiando AL AZAR BALTAZHAR, de Robert Bresson. Y, al menos en ese aspecto de su comedia dramática, logró acercarse un poco al maestro.
Fuerte, incómoda, áspera. No es una pintura simpática ni amable; es, en cierto modo, bastante cruel. Sin embargo, la película logra ser convincente en su narración casi clínica, seca y distante.
Tiene un tratamiento visual y narrativo distinto a lo habitual, pero igualmente no logra trascender del todo las limitaciones del complicado género de la «biografía cinematográfica».
La película apuesta a un tono de cierta cómica solemnidad. Prefiere recuperar su magia de cuento-cuento, contado con verdadero interés y cariño por estos personajes y universos de mitos y leyendas.
Una película que tiene algunos momentos que uno espera del cine de Herzog, aunque son muy escasos y se agotan promediando la trama, lo que no logra sostener el resto del desarrollo.
Es un Cronenberg menor, más convencional y explicativo, careciendo del nervio y del extraño espacio negativo que suele manejar, el cual considero una de sus características más distintivas.
Las cámaras, tanto las de Troell como las del filme, pueden facilitar la observación, pero quizás no sean lo suficientemente profundas para revelar completamente la esencia de la historia.
Lo que el director hace es tomar como referencia la extensa historia del cine para crear dramas humanos que en ciertos momentos se manifiestan a través de las más brutales estrategias del horror.
Si bien su opera prima no alcanza a ser una obra maestra, sorprende e impacta, dejando claro que este director es una presencia a considerar en el futuro.
Inteligencia, sutileza, sensibilidad. Humor, música, ironía. Melancolía, belleza, poesía. Todos son elementos que caracterizan a la obra del realizador británico Terence Davies y que aparecen, en toda su dimensión, en 'Benediction'.