Apasionante como trama y como documento personal, este vals de negación de la memoria colectiva revela un peligroso nacionalismo y un antisemitismo que parece no haber desaparecido del todo.
El documental muestra, a través de sesiones de terapia y autoayuda algo repetitivas, la figura fascinante e inolvidable de Cary Grant, un verdadero ícono del cine.
Un documento apasionante que, además de confirmar a los "creyentes" la grandeza de uno de los mayores genios del cine de los últimos 50 años, también invita a quienes lo descubrieron más tarde a abrir los ojos a su talento.
Gracias a su manera franca y directa de comunicarse, sin ocultar lo que hacía, lo que experimentaba y cómo conectaba a las personas entre sí, Scotty se convierte en el auténtico protagonista de la película.
El realizador británico presenta un excelente retrato de Emily Dickinson, la poetisa estadounidense. Su vida compleja y su obra magistral son tratadas con la misma relevancia en una película que inicia con un tono casi cómico y que, a medida que avanza, se torna más oscura y dolorosa.
Luego de una primera parte clásica que respeta al máximo el modelo tradicional de las películas de boxeo, la segunda mitad se torna más predecible y rutinaria, con escenas que no logran funcionar adecuadamente.