Una vez que Liman desata escenas cada vez más impactantes, la particularidad ingeniosa que caracterizaba a la película se va perdiendo ante la deslumbrante visualidad que envuelve a los protagonistas.
No busca convertirse en una pieza audiovisual particularmente innovadora, pero desde el inicio queda claro que la película es un llamado a la acción social y política, una suerte de campaña a favor del cuidado del medio ambiente.
Una visión del mundo de alguien que parece acercarse desde una computadora, penetrarla, pasar de lo virtual a lo real y quedarse un tiempo ahí intentando entender qué pasa. En 'El auge del humano 3' lo que hay es experimentación visual, de principio a fin.
El carácter casi espía de la cámara le otorga un encanto particular a la experiencia, aunque la mala calidad de las imágenes a veces puede perjudicar el interés del documental. Aun así, el director logra presentar momentos y espacios para descubrimientos inusuales.
Este filme ensayo del realizador, crítico e investigador toma materiales y escenas viejas películas argentinas abandonas o inconclusas para contar una suerte de historia oculta o paralela del cine nacional.
Más allá de esas discutibles elecciones formales, el filme funciona como una nueva mirada de Lockhart a un universo ya explorado en filmes previos realizados.
Remite al juego infantil, con sus fondos falsos, su escenografía simple, sus trucos de prestidigitador de esquina, que logra hipnotizar al espectador con sus pases de magia.
Es una película imponente y con imágenes potentes. Pero narrativamente, Caballero presenta un delirio puro, con un tono casi lynchiano que en ocasiones resulta episódico y excesivamente casual.