El filme sigue las vicisitudes de estos restaurantes, abarcando desde sus infraestructuras hasta el desarrollo del menú, pasando por las relaciones entre su personal, las inauguraciones y los premios. Finalmente, se centra en la creación del más complejo de todos ellos.
Lo más destacado pasa por la manera en la que la película captura el mundo de la universidad, con sus conflictos internos, miserias y debates, pero también con su solidaridad y la sensación de estar todos juntos.
Un simpático entretenimiento que bien podría transformarse en un pasatiempo entre amigos, como el juego del asesino o similares. La experiencia de ver la serie es bastante parecida a eso.
Lerman comprende que su rol como narrador es crucial, realizando un viaje que comienza con una mirada desinteresada o condescendiente y culmina en una perspectiva que reconoce que el mundo es mucho más vasto y complejo de lo que parece.
Una comedia bizarra que actúa como un ligero divertimento, un juego entre amigos que resulta ser tan divertido para ellos como lo es para el público. Intenta hacer reír y, por lo general, logra su objetivo.
Lo que la película y el cine de Guiraudie ofrecen al espectador es una sensación de libertad creativa y valentía narrativa, junto a una poderosa perspectiva humanista y política que resulta inusual.
El decir la cosa menos apropiada en el momento menos indicado, además de generar incomodidad, es un material másque noble para armar la trama de una película.