Otro género que parece poder reproducirse sin repetirse del todo es el coming of age. Y el debut en la dirección del popular comediante [Burnham] es uno de los mejores ejemplos de ese género de los últimos tiempos.
Esa aparente contradicción entre documental y ficción le aporta una particularidad encantadora a esta vibrante película. Sin embargo, sufre de una duración excesiva que la lastra un poco.
Se trata de una película simpática, amable, ingeniosa y un ejercicio formal que, una vez que el espectador se adapta, se disfruta como un elemento más y muy efectivo de la propuesta.
Pese a utilizar recursos estilísticos y narrativos usados hasta el hartazgo en el cine de los ’90, la serie consigue tornarse apasionante gracias a sus dos notables personajes principales y los actores que los interpretan.
La película de Carpignano, a pesar de la oscuridad de su entorno y temática, presenta una frescura y naturalidad que son esenciales en el cine italiano, cualidades que los jóvenes cineastas que están surgiendo en estos años están aportando.
Carney crea un afectuoso homenaje a ser adolescente en los ’80, aunque al principio utiliza un realismo irlandés que hemos visto en muchas películas, rápidamente se transforma en una fantasía pura, lo que hace que la experiencia sea aún más disfrutable.
La película refleja influencias del cine europeo en su frescura y sinceridad al abordar la sexualidad adolescente, manteniendo al mismo tiempo un toque de "calor humano" y elementos pop.