Más allá de las controversias que la película pueda generar por el tema que trata, los Dardenne no intentan explotar el asunto de una manera morbosa ni nada parecido.
Es tan natural, realista y creíble en la descripción de sus personajes y su mundo que, aún cuando el guión hace a la película recorrer caminos un tanto más previsibles, esa cualidad casi nunca se pierde.
Jamás apuesta por el miserabilismo ni por el melodrama, y evita caer en un juicio severo sobre la situación actual. La película, en su esencia, transmite un mensaje de esperanza, amabilidad, solidaridad y afecto.
Una comedia fresca y encantadora que explora la amistad. Es una excelente película –sí, otro coming of age– que presenta a dos protagonistas memorables.
P pierde un tanto el rumbo en la última media hora, volviéndose por un lado innecesariamente violenta y, por otro, porque los acontecimientos de esa etapa son menos intrigantes que los anteriores.
Funciona muy bien siempre dentro de los patrones formales del cine independiente norteamericano. Es una comedia, sí, pero no esperen situaciones hilarantes o grotescas.
Sin ser una gran película, se trata de una apuesta hacía un tipo de cine francés que no se ve demasiado últimamente en Cannes y que son parte de la educación sentimental y cinematográfica que siempre supo darnos este país.
Estamos ante una película curiosa. Una opera prima extraña y sugerente en la que se combinan muy buenas ideas narrativas con una puesta en escena original. Pero, por otro, esos elementos no parecen nunca amalgamarse del todo bien entre sí.
Visualmente original, muy creativa en sus diálogos y con un humor que la recorre de principio a fin. Es la mejor película de este agotador género y tiene potencial para ofrecer varias experiencias más.
Zagar emplea un lirismo visual y una voz en off reminiscentes del cine de Malick para narrar una historia que presenta numerosos paralelismos con la de Jenkins.
Más allá de algunas metáforas algo evidentes, Omerzu se enfoca principalmente en construir un relato sólido sobre el crecimiento personal utilizando sus recursos más efectivos.
Lo peor y lo mejor de la película corren por caminos parecidos: todo gira demasiado sobre sí mismo, y su falta de evolución narrativa y de cambios, pueden volverla muy realista pero también la hacen tediosa y hasta irritante.
Otro género que parece poder reproducirse sin repetirse del todo es el coming of age. Y el debut en la dirección del popular comediante [Burnham] es uno de los mejores ejemplos de ese género de los últimos tiempos.
Esa aparente contradicción entre documental y ficción le aporta una particularidad encantadora a esta vibrante película. Sin embargo, sufre de una duración excesiva que la lastra un poco.
Mandler maneja las tensiones en la corte de una forma más efectiva que en otros momentos de la película. La narración se mantiene dentro de un concepto claro y eficiente, aunque en ocasiones resulta un tanto simplista y didáctico.