Loznitsa nos presenta en Donbass una docena de viñetas en las que de la sátira pasamos al horror, luego al cine bélico, al melodrama e incluso al falso documental. Es una obra destacada de Loznitsa.
Vibrante filme. El gran logro de la Gutiérrez cineasta/editora es que, más allá de cierto inevitable didactismo en la contextualización histórica del personaje.
Una absorbente, civilizada y muy articulada conversación que es al mismo tiempo un cerebral interrogatorio personal que deviene, a final de cuentas, en una inevitable autoexploración existencial.
Esta revisión de la saga original se sostiene por la convicción con la que fue realizada y por la destreza en el manejo de los mejores recursos visuales de un horror directo, visceral, orgánico.
El montaje de Mark Everson consigue que ciertos números musicales se sientan como auténticas y destacadas piezas cinematográficas. La imagen danza ante nosotros, mientras nuestros pies, desde la butaca, la siguen.
Una comedia de humor negro que empieza planteando una historia y desarrollando otra, desafiando al espectador en la forma narrativa y en el fondo temático.
Es cierto que la película pierde impulso hacia la mitad, ya que es complicado hallar propuestas originales en el género de zombis. Sin embargo, el debutante Wang consigue crear una de las escenas más memorables del año.
Con un dominio total de sus recursos formales y un presupuesto significativamente mayor, Raimi presenta momentos hilarantes de splatter y un gore descontrolado.
Un desastre meritorio es una extensa sesión de psicoterapia fílmica. Pero gracias a su desafío a las convenciones narrativas, sus destellos de humor y la actuación de Phoenix, nunca deja de ser compulsivamente visible.
A pesar de sus aciertos, la adaptación de la novela de Antonio Ortuño no logra alcanzar el nivel del libro, especialmente en lo que respecta a su humor autocrítico y mordaz.
El segundo largometraje del cineasta noruego Borgli es una sulfurosa y desternillante sátira sobre esta rampante sociedad global tiktoquera en la que vivimos.
Lo que inicia como una regocijante comedia matrimonial de humor negro se transforma de improviso en una pesadilla de ansiedad paranoica, dirigida con fuerza y prestancia por Caye Casas.