Winograd timonea esta comedia con toques de drama con su infalible pulso cultivado al calor de las comedias clásicas y, desde ya, recurriendo a unas cuantas licencias narrativas y estereotipos inherentes al género.
Con sus personajes y situaciones moldeados por los clichés, deja un retrogusto contradictorio, ya que a la familiaridad de lo repetido se oponen las sutiles y agradables notas de una fábula donde los débiles pueden mantenerse en pie.
Lo que inicia como una historia de venganza seca y cargada de violencia contenida va convirtiéndose lentamente en una road movie matizada por el duelo y en la que el viaje en sí importa más que el destino.
Es una película política que no necesita levantar el dedo para decir lo que quiere decir, sino que lo entronca a una amable fábula proletaria no exenta de momentos de alta comicidad.
Funciona como un mecanismo de relojería. Es una gran virtud que, a su vez, se convierte en un límite, pues esta perfección resalta la lógica de un filme en el que cada escena debe encajar a la perfección con la anterior.
Maras y su coeditor Peter McNulty logran mantener la atención del espectador durante dos horas. Sin embargo, el enfoque en el realismo choca con la idea del héroe que la película intenta presentar.
Green navega las aguas del drama romántico sin caer en el sentimentalismo y apoyándose en las interpretaciones de Gyllenhaal y Maslany, a quienes les reserva una larga secuencia con gritos y litros de lágrimas, la huella más visible de exceso en medio de un film casi siempre sobrio y contenido.
En 'Amigos de armas', al igual que para Nietzsche, no existen hechos morales, sino interpretaciones morales de esos hechos. Estas interpretaciones, aunque parezca que gran parte del cine de Hollywood no las entienda, deberían ser un patrimonio innegociable de los espectadores.
Simplificada y dispuesta a no herir susceptibilidades ni intereses de ningún tipo, 'Concussion' hace del enfrentamiento casi solitario de Omalu (...) contra una corporación con tentáculos infinitos una somera entronización de la bonhomía inherente a todo norteamericano que se precie de serlo.
El primer largometraje como realizador de James Vanderbilt, quien hasta ahora se había destacado como guionista y productor, se inclina más hacia el idealismo y romanticismo de la serie 'The Newsroom', en contraste con el naturalismo crudo y sincopado de 'Spotlight'.
La comparación con 'Slumdog Millionaire' es inevitable, ya que la propuesta estética de Danny Boyle se alineaba con una visión que enfatizaba la idealización y la estilización. En cambio, en esta película, la suciedad y la pobreza se presentan como elementos centrales de una experiencia visceral.
Teplitzky soñaba cada noche en su cama con la gran velada en la que recibiría un Oscar. Su deseo de salir del Kodak Theatre con las manos llenas lo llevó a crear una película que siguiera al pie de la letra el ABC del canon de la Academia.
Un Joaquín Phoenix sorprendentemente contenido interpreta al emperador francés en una película tan ambiciosa como desigual en su intento de ofrecer una narrativa completa.
El resultado es el que probablemente sea el documental definitivo sobre la comedia y las múltiples variables que confluyen en quienes lo ejercen, a la vez que el perfil de un personaje por momentos inaprensible y esquivo.