Prolijísima en sus rubros técnicos, amenaza con ser una revalidación feminista obvia y subrayada. Sin embargo, en su segunda mitad, se transforma en una exploración de encierro psicológico y opresión, pero se aligera con toques de humor.
Asoma como una anomalía en medio de cine argentino que esquiva la incomodidad con el mismo ímpetu con que Maradona esquivó jugadores ingleses en el Mundial de 1986.
Es una película llena de buenas intenciones, con personajes algo inseguros de sí mismos pero amables y bondadosos, que abraza un tono melancólico aunque liviano y no exento de humor.
Una amalgama que da resultados solo por momentos, ya que da la sensación de que el mensaje se antepone por sobre todas las cosas. Un film honesto pero irregular.
El film logra un balance entre la liviandad de su trama y la espesura de un contexto que, a medida que se acerque el fin de la novela, tomará más protagonismo.
Comedia sencilla y honesta con un dream team actoral del cine francés. Resulta difícil sorprenderse ante un desarrollo narrativo previsible, pero Lellouche se las arregla para imprimirle ritmo y construir una comedia sencilla y honesta.
Un film irregular, con bastante desparpajo, algunos personajes desdibujados y situaciones donde se notan las huellas del guión, pero que está en perfecta sintonía con las discusiones públicas que actualmente atraviesan a la Argentina.
Uno de esos dramas adultos sofocados por la búsqueda de una corrección generalizada. Corrección en sus rubros técnicos y en las actuaciones, todas ellas tan cumplidas como previsibles.
Cae, es cierto, en varios giros de guion que Pinarello suele ridiculizar en sus videos, pero demuestra que es alguien que sabe crear climas enrarecidos y un relato atrapante.
La autoconciencia en 'Nadie' se origina en un concepto claro y en una inclinación hacia los excesos y lo caricaturesco, similar a lo que vemos en 'John Wick'. La participación del guionista Derek Kolstad refuerza la sospecha de que las similitudes no son meras coincidencias.
Comedia donde la lógica es que no haya lógica. Hay explicitud, tontería e inventiva. En una época donde muchas películas optan por autolimitar su potencial humorístico para evitar controversias, esta apuesta es un soplo de aire fresco.
Sus preguntas, en su mayoría sin respuesta, son de las pocas cosas que permanecen en la mente tras los créditos, lo que evidencia que es una película arriesgada, pero también fallida.
Es un juego de extorsiones y amenazas cercano al cine de gangsters, aunque sin perder la comicidad oscura, ese tono vitriólico que por momentos rememora a la filmografía como director de Danny DeVito.