Gray intenta establecer un ritmo narrativo trepidante al intercalar escenas dentro del avión con otras en el exterior. Sin embargo, lo que se muestra en esas escenas no aporta mucho. De hecho, la dinámica del robo evoca las peripecias imposibles de la saga 'Rápidos y furiosos'.
El actor observa por el retrovisor en un homenaje tanto a sí mismo como a la icónica Top Gun de los años 80, rescatando un estilo de filmación que desafía las normas actuales.
Un film físico y sudoroso que palpita al ritmo de los contorneos sensuales de Tatum y en cuyo horizonte asoma la amable posibilidad de una nueva oportunidad.
El resultado es un panegírico que resulta molesto no solo por su ideología, sino también por la falta de sutileza y la evidente manipulación del mensaje.
Las razones para el resurgimiento de 'Chips' pueden ser varias, pero ninguna justifica el desgano generalizado que sobrevuela los 100 minutos de esta película, ya que se trata de una de las comedias menos eficaces en años.
Para la dupla de realizadores, lo importante no es tanto el contexto, sino observar y comprender antes de emitir juicios. Acompañan incondicionalmente a una joven cuya vida ha cambiado para siempre.
'Nahir' no logra funcionar en ninguna de sus facetas. No se aprecia dualidad ni matices en su narrativa. La historia se ve afectada por una frialdad que la envuelve y que refleja el tono de thriller de una película que no alcanza su objetivo.
'El oro' es una serie que captura la atención del espectador desde el principio y no la libera hasta el desenlace. Además, actúa como un fiel reflejo de su época.
La película refleja una emotividad característica de las fábulas proletarias, mostrando cómo los más débiles, al unirse, pueden volverse mucho más fuertes que los poderosos.
Winograd timonea esta comedia con toques de drama con su infalible pulso cultivado al calor de las comedias clásicas y, desde ya, recurriendo a unas cuantas licencias narrativas y estereotipos inherentes al género.
Con sus personajes y situaciones moldeados por los clichés, deja un retrogusto contradictorio, ya que a la familiaridad de lo repetido se oponen las sutiles y agradables notas de una fábula donde los débiles pueden mantenerse en pie.
Lo que inicia como una historia de venganza seca y cargada de violencia contenida va convirtiéndose lentamente en una road movie matizada por el duelo y en la que el viaje en sí importa más que el destino.
Es una película política que no necesita levantar el dedo para decir lo que quiere decir, sino que lo entronca a una amable fábula proletaria no exenta de momentos de alta comicidad.
Maras y su coeditor Peter McNulty logran mantener la atención del espectador durante dos horas. Sin embargo, el enfoque en el realismo choca con la idea del héroe que la película intenta presentar.
Green navega las aguas del drama romántico sin caer en el sentimentalismo y apoyándose en las interpretaciones de Gyllenhaal y Maslany, a quienes les reserva una larga secuencia con gritos y litros de lágrimas, la huella más visible de exceso en medio de un film casi siempre sobrio y contenido.