Hubiera sacado matrícula de honor en la factoría Corman, allá en esos años que añoramos, porque lo que nos ofrece no es sino la Piraña del siglo XXI. Economía descriptiva, resabios clásicos, terrorismo cultural (el perro de Paris Hilton), suspense, humor y heroísmo.
La cámara explora una realidad llena de anhelos y frustraciones íntimas, estableciendo un paralelismo expresionista entre retratos de un perturbador infantilismo y una niña mujer que busca su lugar bajo el sol.
Lo más creativo y arrebatadamente pasional de este esbozo biográfico sobre la tortuosa relación entre Alma Mahler y el pintor Oskar Kokoschka está en su mirada a un arte que no es la pintura, sino el cine.
Maneja con grácil gracejo la tipología de ese costumbrismo ‘british belle époque’ rural tan resultón en pantalla, sobresalen unas arrolladoramente cómicas Jessie Buckley y Olivia Colman.
Para los amantes de la grandeza operística, esta obra de Sergio Leone brilla con luz propia. Su narrativa despliega una profunda emotividad y su estilo visual es impresionante, haciendo honor al legado del cine clásico.
Impactante. Hawes dirige la película sin apenas salir de los márgenes del producto 'qualité' de la BBC. No hay reproches, pero cada vez que se atreve a innovar, el film lo agradece. En esos momentos, realmente recuerda a 'La lista de Schindler'.
Bordea ese ejemplar de novela histórica en elegante encuadernación, culpa (o virtud, depende de cómo lo miremos) del molde de este tipo de cine británico de impecable factura (...) y más que solventes interpretaciones (…) Puntuación: ★★★ (sobre 5)
La película narra una historia romántica con el estilo característico del cine mudo. Es una obra íntima que se sostiene gracias a las brillantes actuaciones de Marion Cotillard y Brad Pitt.
La película no aborda el enigma que representa el ser humano, sino que se centra en cómo este se ve forzado a codificar sus emociones y su identidad como una forma de protección frente al poder.
Comedia negra que George Clooney navega sin problema, aunque parece interesarle más la crítica social que destrozar el Sueño Americano. Es en ese tono de sátira y pesadilla donde la película logra posicionar a sus estáticos maniquíes.
Un film muy agradable dentro de su convencionalidad propia del género le hace subir puntos al dotar de un psicologismo más profundo, más interesante que una simple historia de redención o paternidades asumidas.