Espléndido hasta en sus defectos. Pocas superproducciones superheroicas son tan ricas en contradicciones y bipolaridad, además de rendir un homenaje a Christopher Nolan como lo hace 'The Batman'.
Tan solo importa dejarse arrastrar camino a un íntimo infierno donde acabamos reconociendo el síndrome de Stendhal que únicamente el género de terror es capaz de provocar.
En esta secuela que busca ser el último viaje hacia el infinito, todos intentan comprender al asesino de máscara marmórea, empleando un ingenioso cambio de perspectiva respecto a la película original.
Mal interpretada y mal dirigida, es una de las formas más comunes de abordar el género que hemos visto en la rutina de Blumhouse, en lugar de ser un regreso emocionante a las raíces del terror.
Fría incluso en sus secuencias de acción, la película reflexiona más sobre la transferencia de miedos y pecados que sobre el desarrollo de un psychothriller convencional.
Este capítulo final es más convincente que la segunda entrega; aquí se resuelven todos los cabos sueltos. A pesar de su estética lujosa, puede considerarse, y disfrutarse, como una interesante y aceptable serie negra.
Esos momentos de extremada maldad (el dedo, el pegamento en la boca, la cara arrancada) expuestos con gran estilo visual hacen de la cinta una más que interesante y agradable experiencia terrorífica.
Moonfall' sorprende agradablemente con su kubrickiano ('2001', claro) descenso al interior de la Luna, una contenida y filmada con austeridad casi soviética aventura filosófica y espiritual.
La película decepciona a los fanáticos de la franquicia que están acostumbrados a una ciencia ficción más convencional. Desde su diseño minimalista, se dirige a aquellos que han disfrutado de las locuras entrañables de la prolífica década de los años 50.
Aquí el clasicismo de Christian Nyby, John Carpenter y Alvin Rakoff se manifiesta con un tono divertido. Un Holandés Errante que combina la poesía del horror con momentos de humor.
Mientras juega a ese acoso y derribo sentimental y cómico sin escapatoria, el film se convierte en una muy divertida batalla en la cual el amor es tratado de una manera vitriólicamente novedosa.
Sustentada en la imparable, siempre sorprendente y matizada vis cómica de Paco León, es posible hacer un cine comprometido y social con humor sin necesidad de caer en el panfleto.
Comedia ácida y menopáusica que aborda la decrepitud no desde una perspectiva de decadencia, sino como una forma de resistencia más contestataria que reaccionaria. Representa un acto de desafío dentro de la comedia popular inglesa.
Tal vez haya demasiadas concesiones al humor gordo-flaco, y una caída en clichés blandorros, pero se le disculpan ante sus golpes de humor cazurro y su mensaje.
Destaca por los instantes de sobriedad narrativa, imprimiendo imágenes perdurables en nuestra memoria cuando se detiene a ver a los ojos de sus personajes, desamparados ante el Mal.
Observa con mucho tacto las heridas que la batalla deja en el alma humana y en esa zona inexplorada de la ausencia del hogar, lugar de reencuentro traumático.